La caída del dólar y la economía global
22-12-2004
Federico García Morales
History is not an infallible guide to the future," Alan Greenspan, nov.2004.
"The dollar is not what it used to be" The Economist, Dec 2, 2004.
En
estos días la situación de todo el sistema monetario y los mercados globales
viven bajo la peor amenaza terrorista representada por la caída del dólar. Que
es la caída no sólo del signo monetario de un país, sino de una moneda que ha
estado cumpliendo el papel de dinero mundial.
El
fondo de la cuestión es el asombroso desbalance comercial de EEUU, una economía
acostumbrada a importar mucho y a exportar muy poco, y que sin embargo nos
ofrece el espectáculo de una búsqueda todavía más escabrosa de recursos. Según
Lawrance Sommers, ex secretario del Tesoro, actual Presidente de Harvard,
hablando el 16 de Octubre en Yale, el déficit americano suma ya los 660 mil
millones, igualando el 5,7 % del Producto Bruto y el uno por ciento del
producto bruto global, y absorbe los dos tercios de la cuenta corriente
acumulada de todos los países del mundo. Una situación insostenible que sin
embargo parecía todavía equilibrarse sobre "algo", que cuando se
empezó a levantar el oscuro manto que lo cubría, vino a revelar la existencia
de una serie de círculos viciosos de proyecciones espantosas, difíciles todos
de siquiera tocar, dada su extraordinaria fragilidad.
Para
enfatizar este curso, el Congreso eliminó este mes las restricciones a los
cortes de impuestos, y ha elevado el techo de la deuda federal en $800 mil
millones, lo que la lleva a totalizar los $8. 18 trillones (en números
inteligibles para los economistas y matemáticos norteamericanos, donde en el
trillón americano, la unidad es seguida por 12 ceros, equivalente al billón
español).
En
el punto en que está, la deuda norteamericana sólo puede crecer. Cualquier
disminución es problemática. Peor, catastrófica. Y sin embargo ya están sobre
la mesa muchos proyectos para rebajarla, siendo el principal precisamente la
devaluación del dólar—que muchos países han seguido mediante la práctica del
pegue. China, como ejemplo. Otros no,
Europa, como ejemplo, que el último año ha visto una valoración del euro en un
30%. El punto es que ahora las
presiones sobre el dólar se han ido haciendo más fuertes y una nueva devaluación
es inevitable. Claramente es ya la política adoptada.
Pero
la economía americana se venía sosteniendo—se sustentaba, oh!—a través de una captura fenomenal de recursos
financieros. En algún momento, tras la crisis asiática y las demás, posteriores
a 1997—fue una economía de refugio desde donde se podía esperar la llegada de
condiciones de repunte… Por un tiempo, altas tasas de interés favorecían ese
movimiento que podía apoyar el crecimiento del consumo. El Tesoro podía ver la
llegada de una extraña complicidad hasta desde China, que adquiría sus bonos y
los acumulaba. (China y Japón han acumulado cerca de 900 billones en bonos del
Tesoro). La acumulación mundial, estimada en trillones de dólares seguía ese
camino. Y el ritmo de crecimiento de otras deudas y el pago de intereses
vitaminizaban al sistema. En algún momento, el 80% del ahorro mundial estuvo
dirigido a sostener la estabilidad americana.
Con
la llegada de las tasas bajas, se comenzó a enfriar ese flujo. Ya la inversión
en EEUU no es rentable. La devaluación escogida ha tornado más aguda esta
situación. Como agregar a la tisis una hemorragia. Es cierto, devaluando, EEUU
podría estar estafando a sus acreedores, pero también hace difícil que alguien
se interese en contratar con el verde documento que pregonaba la confianza en
Dios. En estos días hay una desesperada conversión de las reservas de los
bancos centrales. Rusia se deshace masivamente de sus dólares, en Asia ocurre
otro tanto. Chile expide bonos de deuda en euros. Otros que principalmente tenían
deudas en dólares, prolongan las negociaciones. Y empieza a levantarse el
fantasma de la conversión de los dólares petroleros en euros petroleros. La
OPEP se resiente ya, con la devaluación ocurrida en estos meses anteriores, de
pérdidas por un tercio en el valor del petróleo que tratan de equilibrar
mediante aumentos en el precio del petróleo en razón a la pérdida de valor del
dólar. Excepto México, que al parecer ha decidido regalar su producción
petrolera.
Esto
empieza a parecerse a la devaluación de la libra esterlina en los años treinta.
También queda el recuerdo de la devaluación del dólar de los años 70, que
originó una considerable alza del petróleo. Entonces la devaluación fue solo de
un 20%. (para ser exactos, un 22% contra el franco suizo y un 21.5 contra el
yen), claro ,todo eso en contextos económicos muy diferentes. Y vaya que originó
cambios en la estructura financiera mundial. Ahora las pérdidas se avisan
mayores entre los países petroleros.
Hay
quienes sostienen que todo depende de la gradación que pueda tener la caída en
el valor de cambio. Pero una vez comenzado este proceso, la experiencia dice
que es difícil sostenerlo, sobre todo cuando discurre en un espacio global, en
donde tienden darse gigantescas reacciones. En este momento, los europeos
perciben la devaluación como una amenaza para su comercio, pero se dan cuenta
que una moneda fuerte puede tener otros atractivos en la lucha por la hegemonía.
Eso, hasta un límite, es cierto. Para los chinos, ya lanzados en una fuerte
carrera expansiva y en un sobrecalentamiento de su economía, la devaluación del
dólar afecta fuertemente sus reservas, hasta un porcentaje importante de su
producto bruto, y la reacción posible con relación al precio del yuan también puede traer consecuencias, sea en el
sobrecalentamientio, sea en una detención demasiado brusca. Por otra parte su
propio sistema crediticio se encuentra socavado por un exceso de créditos no
saldables, que de no sostenerse sobre el flujo acrecido de inversiones, mayor
crédito y expansión comercial, puede conducir a una severa contracción. Lo que
pasara en Asia, bajo esta tendencia, no sería tampoco en beneficio de la
expansión económica mundial. Una contracción sólo en China, ni decir en India y
otras regiones, tocaría al 20% del la base industrial de Occidente. Sin
embargo, la devaluación del dólar va a tener que definir decisiones difíciles,
que tocarán muchos intereses, en esos países como en el resto del mundo.
EEUU
ha tratado de escaparle a la llegada de este momento mediante el sobre estímulo
de inversiones. Se notó eso desde el 9/11, y el salto que experimentó el
presupuesto militar—hoy día elevado a los 500 mil millones, con lo que se
ingresaba de plano en un "keynesianismo militar" que se fijaba como
objetivos inmediatos un cierto mantenimiento del empleo y el abastecimiento de
energía barata que diera nuevo esplendor el crecimiento americano como
fortaleza financiera e industrial.
Pero
ese movimiento no cuadró con su desastre comercial, ni logró tampoco sus
objetivos. Sólo prolongó la agonía. Y probó que las inyecciones fiscales ya
eran por sí mismas demasiado débiles. No podían reemplazar a la inversión
directa o especulativa extranjera que estaba en retirada. Al fin y al cabo los
déficits norteamericanos venían siendo financiados por la banca internacional.
Sólo los bancos del Este de Asia, ponían 1,8 trillones de dólares en la función (en números:
1.800.000.000.000). Por eso se vino a revelar en la guerra de Irak ese otro
trasfondo bélico, algo más fantasmal, de una guerra entre el dólar y el euro. Y
la estrategia de EEUU es descargarse sobre los intereses de su enorme deuda.
La
perspectiva devaluatoria y EEUU
La
elección de Bush ya era un problema para el pueblo americano, ahora con un alto
grado de inadvertencia le viene cayendo encima esta devaluación acompañada de
un recitado sobre la deuda trillonaria. El efecto se resume en que cada dólar
en el bolsillo del ciudadano, y sobre todo del trabajador norteamericano y de
los muchos migrantes, se transformará rápidamente en tres quarters, y que por ende, en este sólo sentido mecánico, (o
de derretimiento), su nivel de vida comenzará a experimentar un fuerte
estrechamiento. Esto no tardará en repercutir en una nueva contracción de las
tasas de ganancia y en un crecimiento del desempleo. No se duda que el alza de
los intereses y algo de inflación serán parte de la procesión en este país con
tasas de ahorro casi inexistentes y grandes afanes de consumo.
La
depreciación del dólar afecta a salarios, pensiones, cuentas de ahorro, valor
de bonos—y así afectará a amplios sectores sociales, con excepción quizás de un
estrecho sector especulativo. Pero aún ahí da que pensar el hecho de que los
diez más importantes bancos de EEUU tengan comprometidos préstamos de sobre el
100% de sus activos sólo en América Latina. Es cierto, la apuesta paralela de
ellos es el alza de tasas.
En
el nivel de los negocios, la cuestión en las primeras fases de esta devaluación
–que ya lleva algún tiempo—ha sido adecuar las cotizaciones de la bolsa y los
precios de tantos productos a la nueva realidad monetaria. Pero bajo
condiciones más explosivas, o más allá de cierto techo puede llegarse a
condiciones muy difíciles.
Alan
Greenspan se plantea así:
"This
situation suggests that international investors will eventually adjust their
accumulation of dollar assets or, alternatively, seek higher dollar returns to
offset concentration risk, elevating the cost of financing of the U.S. current
account deficit and rendering it increasingly less tenable,"… "It
seems persuasive that, given the size of the U.S. current account deficit, a
diminished appetite for adding to dollar balances must occur at some
point,"
E
indica también el rumbo de sus preocupaciones:
"More
will need to be done in Europe as well as in the United States to ensure that
our economies are sufficiently resilient to respond effectively to all the
shocks and adjustments that the future will surely bring,"
Greenspan
,cuando dice esto, también se dirige a los grupos transnacionales. Al fin y al
cabo casi todo lo que se produce en el mundo ha estados siendo apreciado en dólares.
Pero también constituye el mundo económico de las reservas. Todo lo que los países fondeaban para contingencias
futuras estaba convertido y amontonado en dólares o bonos del Tesoro
norteamericano. Ese era el respaldo real de todas las otras divisas, cuando ya
no existía el respaldo de oro o plata de las épocas anteriores a Breton Woods.
En una devaluación tan brusca como la que se está presentando los Bancos Centrales
pierden la fe en el dólar y comienzan a devolverlo al mercado en cantidades que
pueden ser fabulosas, amenazando así con hundir aún más al signo verde. El
Gobierno de EEUU, que parece ver con cierta complacencia sadomasoquista esta
deriva, ha desoído hasta ahora los clamores de otros Gobiernos que lo llaman a
establecer un nuevo acuerdo monetario. Definitivamente cree que este es el
camino para resolver su déficit. Una suma de déficits de presupuesto y déficits
comerciales que concluye en una cifra trillonaria.
Quienes
apoyan la sanidad de la devaluación suponen varias cosas: que se puede sostener
un crecimiento de cerca del 4% hasta el año 2008, que el déficit podría crecer
hasta entonces todavía en un 8%, y que bajo esas condiciones la demanda podría
crecer y el ahorro y la inversión continuar haciendo lo suyo produciendo tasas
de ganancias moderadas, o también mayores en el caso de las inversiones
extranjeras que verían llegar una reevaluación de sus bienes. El comercio se
vería tonificado al mejorar su competencia, y el sector financiero recibiría
alborozado un alza de tarifas. Se volvería así a la edad de oro, con todos los
sectores del poder económico unificados tras una política expansionista. Todo
esto dicho en buen neoliberalismo presbiteriano.
( Véase : Wynne Godley A. Izurieta,G. Zezza" PROSPECTS AND POLICIES FOR THE US ECONOMY ¨
CERF - - University of Cambridge July
2004, http://www.cerf.cam.ac.uk/publications/files/USJul04.pdf
Es
cierto, la devaluación aparentemente podría detener este crecimiento
deficitario, pero el resultado de la operación tiene un potencial de venta
acelerada de reservas en dólares y de retiro de capitales asiáticos y europeos,
que podría conducir el aparecimiento de una situación que haría imposible
continuar manejando el mercado y la economía norteamericana en los términos que
conocíamos. No habría una quiebra en términos de una declaración de insolvencia
de los negocios privados, pero si puede sobrevenir un crash. El hecho es que la
devaluación ya soltó sus amarras, y en vano se recordará en el futuro algunas
objeciones que pudieron hacerse valer:
.Que
las importaciones superaban en un 40% a las exportaciones
Que
tasas más altas de interés aumentarían las deudas de pagos a inversionistas
extranjeros.
Que
hay que pagar las guerras de Bush
Que
en la estabilidad norteamericana tiene una fuerte incidencia la inversión
internacional que se está viendo afectada.
Que
hay una disminución o detención del crecimiento mundial
Y
que están aumentando los precios del petróleo.
Objeciones
estas que quieren decir "el endeudamiento seguirá creciendo a pesar de la
devaluación, sólo que ahora crecerán todavía más los problemas."
Hasta
ahora la línea de combate pasa por el Tesoro, pronto irá a la banca y a las
bolsas de valores. Y la respuesta darwiniana de Greenspan es, "ya ganaron
mucho, ahora, adáptense". Debe agregarse también a las consideraciones
sobre este doble déficit, que tanto la conducción de un presupuesto fiscal
deficitario como el déficit comercial, han estado hasta ahora dando una
contribución muy efectiva al movimiento de los negocios, donde las ganancias
privadas han tenido su contrapartida en pérdidas públicas. Contemplen nada más
las compras masivas de armas, a cargo de déficits en presupuestos presentes y
futuros durante la administración Bush. O las inyecciones fiscales a la bolsa
de valores después del 11/9. Ahora la jugada es la devaluación que se intentará
equilibrar con un alza de tasas de interés. ¿Cómo podrá toda esta negatividad
fundar una nueva política de recuperación, que debería suponer un mayor
fortalecimiento de la demanda, del empleo y del comercio ? ¿Cómo puede todo
este desastre continuar relacionándose con los objetivos imperiales de la política
exterior de Bush?
El
recorte al ingreso masivo que viene a imponer la devaluación y el alza de
tasas. deriva en contracción de la demanda, en una sinuosa baja del ahorro y de
la inversión, y al fin, en el paro y el desempleo.
Nuevas
conductas deficitarias sumadas a una inflación rampante no lograrán iluminar la
salida del túnel. La idea de una expansión del Producto Bruto queda para
mejores tiempos. Las estrategias monetarias que buscaban equilibrios en u n
extremo, desequilibraron otros: tal así la baja de tasas en EEUU, mientras en
Europa se mantenían más altas, drenó capitales hacia el Viejo continente. Y ya
con estas precisiones el propio recurso al keynesianismo militar, a la extorsión
de otros países y a la guerra efectiva es sólo un delirio y un disparate, que sólo
podrá efectivizarse en la fascistización del gobierno y de la sociedad
norteamericana.
El
examen del manejo del déficit y la salida devaluatoria nos aproxima por otra parte
a una nueva dimensión de la esencia imperialista de EEUU: es al servicio de su
expansión que busca la reestructuración del mundo, aún empleando sus propias
miserias, según el lema "todo al servicio de la acumulación".
Forzando la competencia a través de su devaluación intenta aplastar a sus
rivales, arriesgando a su pueblo busca explotar los ahorros de los demás --¡que
sean los explotados de siempre los que paguen sus deudas!-- , mientras asume
militarmente la ocupación de los recursos que le permitan fundar un imperio –de
nuevo—de mil años. Y para ello también despliega sus contradicciones.
Greenspan
dice que no se aprende de la historia, pero en esta misma coyuntura, él mismo y
los factotums de la política económica norteamericana parecen obsesionados por
volver a la segunda posguerra, cuando construyeron su edad de oro luego de
aplastar a sus rivales.
La
devaluación y los países menos desarrollados.
Acá
la caída del dólar tiene visos bastante funestos. En el plan puramente
monetario, debe observarse que para blindarse frente a situaciones como la
crisis asiática, se buscó manejar un excedente de reservas en dólares. Una gran
acumulación, en la mayoría de los casos inerte, a la espera a lo sumo de la
realización de pagos de intereses de deuda. Al producirse la devaluación, toda
esta masa de dólares prácticamente se derrite, y la pérdida de valor viene a
ser una parte importante de la riqueza de esos países. Uno no puede dejar de
admirar la estolidez de los directivos de los Bancos Centrales que siguen
adheridos al mantenimiento de su "superavit". Si se considera que los
países en desarrollo tienen reservas que van del 10 al 20% del Producto Bruto
esas pérdidas que siguieran a la presente devaluación pudieran alcanzar, según
los casos, del 2 hasta el 5% del Producto Bruto. Suponiendo que el dólar baje,
en el intento de reducir la deuda norteamericana, entre un 20 y un 30%. Es
cierto, algunos han preferido echar por la borda las lealtades con el Tesoro
americano y están afanados en comprar euros u oro. El oro está registrando
precios records en estos días.
Según
cálculos del FMI, (
Developing Country Losses Due to a Declining Dollar ) esas pérdidas podrían proyectarse hasta el
equivalente de un 3.5% del Producto Bruto en Argentina, de un 5.8% en el caso
de Chile, y de un 14.1% en Malaysia (¡). Economías que actualmente empujan con
su dinamismo el crecimiento mundial, como China, podría perder el 10% de su
producto. (Véase Mark Weisbrot, David Rosnick, and Dean Baker1 :
"Going Down With the Dollar: The Cost
to Developing Countries of a Declining Dollar" http://www.cepr.net/publications/dollar_reserves.pdf
)
Las
consecuencias para países que tienen su comercio dirigido al área del dólar
podrían agravar todavía más su situación. Muchos países
"exportadores" aparentemente hacen grandes negocios a través de la
entusiasta alza que han experimentado el petróleos y otras materias primas,
cuyos precios nominalmente han sido afectados al alza por la caída del dólar. A
su vez ellos se hacen de un medio de cambio que lleva en si mismo un efecto de
consunción. Y así también el alza de los productos mineros puede ser muy
notable en países que intercambian con el dólar americano, pero no tan visibles
para quienes lo hacen con el dólar australiano. Eso puede originar efectos
diferentes en las manufacturas , en la distribución de los favores del consumo
y en el empleo. En suma, el mercado ve acentuada su turbulencia.
Bajo
este espectro de circunstancias, cuellos de botella y fuertes contracciones en
la economía mundial son de esperar, y una recaída en la recesión y el
encaminamiento de una extensa depresión vienen a ser prácticamente inevitables.
Las
medidas que se están insinuando al parecer sólo actuarían como aceleradores.
Una mayor apertura y liberalización de las economías, como se venía
recomendando hasta la reciente reunión de APEC en Santiago sólo reforzarían la
exposición a los efectos deletéreos de la devaluación. Ya veíamos que el
ingreso de divisas debería ser selectivo. La moneda debilitada poco tendría que
apostar en la disputa "libre" por el dominio de los mercados. La
intervención en los mercados financieros se convierte así en una práctica
recomendable. Y toma la forma de un escurrimiento de la esfera del dólar y de
una eliminación de las reservas en esa moneda. Eso lleva a corto y mediano
plazo a que muchos productos busquen su cotización en otros signos monetarios.
En EEUU este conflicto se ha estado haciendo presente desde hace un tiempo. Primero
se buscó abaratar el dinero, bajando los intereses, hasta el punto en que los
préstamos dejaron de ser rentables. Ahora la recomendación es hacia el alza de
las tasas. Lo que en una economía en gran parte empantanada en efectos
recesivos, viene a ser una invitación a la depresión. En la formulación de
cualquier medida de política económica, en estos círculos viciosos de la economía,
gravitan las expresiones de una sociedad que se va trizando sin retorno. El
sector financiero puede así estar reclamando algo que el empleo deberá
soportar, mientras el comercio empuja otras soluciones igualmente
contradictorias, y así también por sector o rama industrial. De las grandes
visiones sobre la competencia internacional se cae a la competencia interna
menuda.
Lo
otro viene a ser el redoblamiento de las fricciones internacionales. Numerosos
encuentros financieros no llegan a ningún acuerdo. EEUU utiliza entonces al
Banco Mundial y al Fondo Monetario para aconsejar a algunos países a mantener
el pegue de sus monedas y la "salud" de sus reservas, a otros –como
China- al contrario, una reevaluación, y un alza de tasas, que pudiera enfriar
su economía. Ese enfriamiento, como decíamos, en su brusquedad podría dislocar
no sólo a la economía china.. Lo que importa a EEUU es el grado de apertura que
pueda seguir mostrando China, y sobre todo su mantenimiento
"tributario" a través de su aseguramiento de bonos del Tesoro. Un
sudor frio recorrió a los financistas americanos cuando corrió el rumor hace
una semana, de que China estaría contemplando alejarse de esa práctica.
Europa
¿Y
Europa? En el diseño de la política devaluadora malgré lui de EEUU, existe la esperanza de dislocar que sea
parcialmente la competencia comercial de Europa, y con eso otros proyectos
relacionados con la expansión europea. Al fin y al cabo, en algún
rincón aislado de la doctrina monertaria se supone que una moneda más barata –como
mercancía más barata—podría conquistar mayores espacios del mercado. Esta dogmática,
de ser universalmente compartida podría llevar a una carrera devaluatoria entre
las grandes potencias. Pero al parecer las cosas no van perfilándose de esa
manera tan mecánica. Se ve, por ejemplo, la preferencia que tiene el mercado
por monedas más estables, o como buscan cambiar sus reservas en euros.
Cambiando la moneda que se abarata por la que conserva su valor. O también la
fuerte tendencia del grupo petrolero por realizar sus transacciones en euros.
En alguna época también fue la estabilidad del dólar lo que le atrajo el favor
del mercado. Pero el caso es que si en el año 2000 el euro estaba a $US 0.82,
ahora está a 1.33 , y probablemente muy pronto esté a 1.60 dólares. En el último
año ha tenido un alza del 57%. Sin que esto haya implicado que Europa esté
encaminándose paralelamente a estas cifras, a un avanzado estado de depresión o
de retroceso notable en su comercio. O todavía, en un más avanzado estado de
endeudamiento, como lo está cada vez más EEUU, a pesar de que una violenta
devaluación ya se hizo presente desde hace más de un año. EEUU tenía entonces
480 mil millones de deuda, ahora tiene 660. Es posible que el encarecimiento
relativo del euro haga menos competitivas las mercancías europeas en el
interior de EEUU. Pero hay que notar que el desbalance de EEUU se ha formado
fundamentalmente como resultado de sus importaciones de países del Asia. Una
participación importante de Europa es si en términos de capitales. Y no es
menor la inversión de países árabes (antes del 11/9 los árabes tenían más de un
trillón de dólares invertidos en EEUU de los que todavía permanece cerca de un
85%). Y su retirada puede hacer todavía más insostenible la posición
norteamericana.
En
todo caso toda la fábrica de la industria europea recibirá un shock, y en medio
de las grandes reorganización de la Europa Expandida, deberá consultar una
reorganización a fondo de su sistema productivo, en sus regulaciones, sistema
laboral, mercados, buscando recortar costos y sostener los beneficios sociales.
De lo que depende también el rumbo de su organización política.
De
todos modos se debe considerar que la actual aventura devaluatoria, que tiene
además del déficit un transfondo de competencia con el comercio europeo, debe
tener en cuenta que si hay regiones en el mundo que tienen una interrelación
muy fuerte son EEUU y Europa. El comercio transatlántico comprende el 20% del
comercio total de cada una de las partes. Pero además cerca de un 60% de las
inversiones en los EEUU provienen de Europa y un 45% de las inversiones
norteamericanas en el exterior van a Europa.
Si
la devaluación fuera deseada. no es la devaluación la mejor manera de competir,
ya que hacia el interior puede desarrollar toda suerte de anomias económicas,
inflación o estanflación, y hacia fuera, un desgaste notable de las fuerzas del
mercado. La deseada baja de las exportaciones tanto europeas como asiáticas no
sería precisamente algo que pudiera tonificar las exportaciones
norteamericanas. Pero es algo que teme Europa. Es que es meridianamente patente
que el avance de la crisis norteamericana terminará engullendo a Europa. Pero
en el marco de la recaída en una verdadera crisis mundial.
(Ya
en Octubre en el Congreso norteamericano, cuando se tocaba esta cuestión se
estimaba que Europa tendría a fuerza, en un cierto punto, que seguir a EEUU en
la depreciación monetaria... Con todas las consecuencias).
Sud
Este Asiático
Bailando
a estos compases se encuentra también Asia—hemos aludido a China—pero en el Sud
este, ha sido notable en las últimas semanas el alza de las monedas vernáculas.
Analizando
la situación en retrospectiva, el Economist señala en un articulo del mes de noviembre:
"El
legado de la crisis todavía inhibe a los políticos de Asia. Habiendo pasado
siete años desde entonces, han tratado de mantener sus monedas baratas y sus
reservas de dólares abundantes. El
won
surcoreano, la rupia y el dólar
de Taiwán, que cayeron en dominó después que el Baht. De Tailandia quedó fuera de pegue en julio de 1997,
todavía buscan ganar sus pariedades anteriores a la crisis. El won todavía se mantiene devaluado en cerca de un 5%
frente al dólar...el ringhit de Malaysia, que mantiene pegue con el dólar, está
un 25% bajo su valor. Sin embargo en la semana pasada el won alcanzó su precio
más alto desde la crisis...el Baht y el dólar de Taiwán se han fortalecido...
pero las vastas reservas en dólares expone a Asia a enormes pérdidas (frente a
esta nueva devaluación del dólar)". "Currency conundrums" http://www.economist.com/agenda/displayStory.cfm?story_id=3397847
El
yen se ha apreciado en un 5%, el won (Coreano) en un 13.9% ,Taiwán, 5.6%. No
son buenas noticias para los negocios. La leve recuperación japonesa con esto
se encuentra otra vez en serios aprietos. Disloca exportaciones no sólo hacia
EEUU, sino hacia el gran mercado chino que continúa (todavía) en su pegue con
el dólar. En economías exportadoras como Corea del Sur esto genera actividades
muy dispares. Como cada percentil de alza de su moneda es un percentil de baja
de sus exportaciones, pues ha decidido comprar dólares, lo que en el desliz
continuo de esa divisa, origina grandes pérdidas a la sociedad coreana. Otros
países han inciado la diversificación de sus reservas.
Como
la situación parece agravarse, se inician movimientos proteccionistas en el
entorno comercial Asia-Pacífico. Amplias fusiones trasnacionales, tratados
comerciales acelerados, etc. Hace un par de días, por ejemplo,los miembros de
la ASEAN firmaron un acuerdo con China que creará un Mercado abierto de 2000
millones de consumidores para competir con Europa y EEUU, y que entrará a tener
efectos en el corto plazo. Es interesante anotar que vincula también a India,
Nueva Zelandia y Australia, estos dos últimos desde tiempo en la esfera del dólar.
Sin embargo, empieza a alzarse el temor de una nueva recaída en la crisis.
América
latina y la devaluación del dólar
En
América Latina algunos países hace un tiempo optaron por la dolarización
(Salvador, Ecuador, Panamá) Estos "dolarizados" en el extremo de la
colonia latinoamericana, ya no pueden con su pobreza y ahora, con la depreciación
generada tan lejos de ellos, deberán afrontar una disminución mayor de su
capacidad de compra. Algo pavoroso cuando más del 46% de la población ya vivía
con menos de dos dólares diarios.
.
Otros continuaron con sistemas intermedios que fueron luego evolucionando hacia
flotación flexible o sistemas de pegue o semi pegue. El pegue permitía a las
empresas americanas (que la mayoría de las veces son lo mismo que "los exportadores")
hacer su agosto en materia de explotación de recursos humanos o materiales. El
apreciado pegue argentino menemista fue un de las causas del desplome final de
esa econonomia suramericana. México en una secuencia de gobiernos aperturistas
ha preferido un "pegue flexible", que en medio de las depreciaciones
del dólar frente a otras monedas, estoicamente mantuvo una cotización bastante
pareja, conveniente para el exportador y el inversionista. Pero sobre todo,
después de la "crisis de cartera" del 94, mantuvo una fuerte reserva
que inmovilizó parte importante de su ingreso, que repartió entre pago de
intereses de deuda y compra o venta de dólares para mantener su apreciación. En
el último año el dólar osciló siempre en torno a un precio fijo de 11 pesos y
fracción. En cambio en Chile, con inversiones y comercio un poco más
repartidos, la devaluación del dólar comenzó a revelarse en las cotizaciones en
su dimensión más real desde una época más temprana. Así, en el último año el dólar
bajó de 750 pesos a 585. En Colombia, Bolivia, Argentina o Perú, el panorama es
ocupado por sus propias devaluaciones . Situaciones de este orden han estado
dirigidas por particularidades bastante dispares del comercio latinoamericano,
donde en algunos casos cobra importancia el regional, EEUU, Europa o Asia.
Es
el dinamismo de las economías centrales el marcador de los procesos de
crecimiento de las economías coloniales como las de América Latina. La baja
experimentada en ese dinamismo por parte de los EEUU en el período 2001-2002,
condujo a un fuerte retroceso a las economías del patio trasero, incrustando a
millones en la linea de pobreza. En el corto período que sigue se ha inventado
en los medios cierta idea de "recuperación", pero el boxeador continúa
en el suelo. Los índices del IED están a la baja, los índices de pobreza, al
alza.
Durante
ese período pasado tan recientemente, los signos monetarios latinoamericanos se
desploman –a pesar de que se viene venir un período de depreciación del dólar.
Muchos dirigentes latinoamericanos cruzan entonces alborozados la línea de la
dolarización. El tema ya no es como en la década pasada el no pago de la deuda
externa sino como buscar las estrategias, mediados por el FMI, para contraer
nuevos préstamos y "renegociar" la deuda a cambio de reformas
estructurales. Y ahora llega la depreciación en grande, acompañada seguramente
de un alza de intereses sobre la deuda. Sin embargo los "líderes"
latinoamericanos parecen estar en otro planeta y se esfuerzan por reforzar la
vulnerabilidad de sus países retocando sus TLCs con EEUU y promoviendo el ALCA.
Pero
los hechos son porfiados y durante el mes de noviembre del 2004—a pocos días de
esta redacción-- las principales economías latinoamericanas han estado valuando
sus monedas en contra del dólar. México, Brasil y Chile valoran sus monedas
entre un 4 y un 6% mientras algunos aumentan sus tasas de interés (sobre 8% en
el caso de México), seguramente para atraer más inversiones cuando en
"otros" lugares del mundo las cosas se ponen difíciles. En Brasil la
cosa no es tan fácil y la leve valoración del real ha traído protesta de los
sectores industriales y exportadores que reclaman una intervención del gobierno
para "defender el precio del dólar". "Associações de indústrias criticam câmbio atual e querem que
governo evite desvalorização maior da moeda americana"-titula el
derechista Jornal do Brasil del 27 de noviembre..
En
otros casos, el economicismo "pop" latinoamericano, que a veces llega
a los Ministerios de Hacienda y Economía y a los sillones legislativos, también
se repite en estos días con cierta satisfacción que la caída del dólar sería
beneficiosa pues ayudaría a rebajar el monto de la deuda externa. A menos que
EEUU alce las tasas. En la actual situación de caída del dólar todo el panorama
crediticio de América Latina se complica (¿cuánto debo? ¿dónde obtengo nuevos
créditos?¿bajo qué condiciones? ¿qué hago con mis reservas? ¿dónde colocar mis
fondos? ¿de qué riesgos me hablan?) En 2003, la República Dominicana tuvo que
obtener créditos por el 20% de su Producto Bruto para mantenerse en el desfile.
Claro que allí el peso se depreciaba más rápidamente que el dólar, impulsado
por una situación financiera generalizadamente fraudulenta.
Un
articulo de no hace mucho, nos puede dar a entender las dinámicas harto
risibles que se fondean en estos procesos, dice así:
"Banco
Interamericano de Desarrollo obtuvo el equivalente a 7.200 millones de dólares
de recursos netos en los mercados internacionales de capital durante 2003. Este
monto asegura un sólido nivel de
liquidez para satisfacer las cambiantes necesidades de su programa de préstamos
para el desarrollo de América Latina y el Caribe."
Y
sigue:
"El
fuerte interés de los inversionistas generó una demanda de bonos de alta
calidad, lo que permitió al Banco acelerar su programa de financiamiento durante
la primera mitad de 2003. Al avanzar el programa de financiamiento, el Banco no
sólo satisfizo las necesidades de los inversionistas sino que también aseguró
costos de financiamiento más favorables en 2003, comparados al año anterior,
debido a las favorables condiciones de mercado." (artículo de
Inventariando, 4 de marzo 2004).
Pero
el BID sabía algo porque "El dólar estadounidense continuó siendo la
divisa principal para operaciones, antes y después del intercambio de monedas,
pero el Banco también diversificó sus oportunidades de financiamiento emitiendo
bonos en una amplia gama de divisas."
En
verdad un mercado "notablemente favorable" es el que se nos venía
encima.
Como
en otras ocasiones, fue Fidel Castro quien tuvo la percepción más aguda e
inteligente de lo que significaba la adquisición de dólares en este momento...y
prohibió las transacciones en esa moneda.
En
América Latina, los gobiernos , que han sido dóciles ejecutores de las
"reformas estructurales" que ponían al continente en la bolsa de las
transnacionales, sobre todo norteamericanas, en el momento de la explosión
deficitaria de EEUU y de la devaluación del símbolo de su poderío, se sumen en
la perplejidad y en la parálisis del subalterno falto de instrucciones. Las
grandes uniones económicas que empujan Europa o Asia les llegan como metáforas
en una lengua desconocida que no pueden decodificar desde la desmedrada situación
colonial en que se encuentran. Pareciera ser que estas economías
latinoamericanas seguirán mansamente el destino del de arriba, aceptando
reestructuraciones, descubriendo en el camino nuevos escalones de crisis y de
descomposición. Siempre entretenidos en la idea de que permitiendo el más
franco saqueo de sus riquezas, siempre la "elite" tendrá un lugar
donde ampararse. Por lo menos, como dicen, "hasta los próximos cincuenta años".
Después parece que viene el fin del mundo.