jueves, 21 de junio de 2012


                                         PROBLEMAS SINDICALES·


(Documento posterior a las manifestaciones de principios de año y para la discusión interna de la organización “Nuestra Tribuna”. Buscaba acercar a los miembros del grupo a la movilización de las masas. [Santiago, Abril 1950]).

Por su programa y su política, nuestro Partido es una Organización Comunista. Si, como dice Marx, el sindicato es la “Escuela de la Lucha de Clases”, nuestra actuación en ellos se determina por la concepción teórica general que nos es propia. Así, el trabajo general del militante se realiza como un aspecto de su actividad comunista. Sólo en la medida en que el trabajo en los sindicatos se aborde partiendo de esta premisa fundamental, impediremos la formación de tendencias pequeño-burguesas-sindicalistas en el seno del Partido y corregiremos las desviaciones que en este sentido acusan numerosos camaradas.
Sin una concepción clara del trabajo general del Partido, la actuación revolucionaria del militante se esteriliza e impide al Partido salir de su estrecho molde actual. Transformarnos realmente en la vanguardia de los explotados significa actuar correcta y oportunamente en todos los aspectos que crea la decadente sociedad burguesa y la lucha de clases.
Hasta el presente nuestra debilidad no nos ha permitido desarrollar una verdadera acción de Partido; durante largo tiempo los sindicatos estuvieron prácticamente cerrados para nosotros. Era en cierto modo inevitable que esta realidad agudizara las tendencias a enfocar el trabajo sindical como una tarea independiente del conjunto del trabajo partidario. En más de un caso, la creación de células de empresas degeneró en la creación de fracciones sindicales sin contenido partidario y comunista.
Estos hechos nos obligan a recordar nuevamente el papel de los sindicatos en esta época, como también los principios generales de nuestro trabajo.

CARACTER DE LOS SINDICATOS

La clase obrera se agrupa preferentemente en sindicatos; es decir, en organizaciones que los unen en sus sitios de trabajo o por oficio, con el fin de defender sus intereses inmediatos. Esta agrupación es una reacción parcial de los trabajadores a las manifestaciones más primarias de la explotación capitalista. Ni histórica ni políticamente el sindicato ha sido la expresión de la lucha contra el capitalismo como sistema; sólo defiende a los trabajadores parcialmente, principalmente desde el ángulo económico de la ofensiva patronal.
El sindicato no se propone sustituir un régimen por otro; no aborda el problema general de la explotación capitalista, sus raíces económicas y sociales, ni busca los medios de la transformación revolucionaria de la sociedad. Históricamente considerado el sindicato tiene un marcado carácter conservador. Con justicia Lenin podía decir que la clase obrera entregada a sí misma no pasaría nunca del trade-unionismo, lo que, al fin de cuentas, significa que sin partido revolucionario no es posible la destrucción del sistema capitalista.
Del carácter general de la explotación burguesa surge la tendencia de los sindicatos a relacionarse unos a otros, constituyendo grandes centrales sindicales que enfocan la defensa del conjunto de la clase. Sin la acción del Partido Revolucionario difícilmente estas centrales proletarias pierden su carácter pasivo.
El auge de los sindicatos se produjo junto al crecimiento del capitalismo; en la época ascendente del capital financiero, de ampliación de los mercados; cuando las crisis del sistema eran superadas por su propio crecimiento y no afectaban a su estabilidad con fuerza igual a la de la presente etapa del capitalismo en descomposición. El siglo XIX fue la época de oro de la democracia burguesa; la social democracia y los sindicatos se desarrollaron grandiosamente, y sus luchas obtuvieron resultados muchas veces satisfactorios, ya que el capitalismo podía satisfacer las demandas obreras. La Segunda Internacional creó entre las grandes masas la ilusión de que el capitalismo y su democracia permitían un desarrollo ilimitado de la clase obrera y sus organizaciones.
Este proceso, ya tan lejano, no estuvo libre de luchas y arduos combates; lejos de eso, ni en la época del auge del capitalismo la clase obrera ha conseguido ventajas de sus explotadores que no estuvieran  previamente ganadas por su propia fuerza. Sólo en los períodos álgidos de la lucha de clases, los sindicatos han sobrepasado sus propias posibilidades revolucionarias, para retornar luego al punto de partida o conducir a crueles derrotas.
El programa y la política de los sindicatos han nacido así, inmediatamente de las condiciones del capitalismo, como pugna constante entre la clase obrera y los patrones. El período de oro de los sindicatos pertenece al pasado; el capitalismo no sólo ha cesado de crecer sino que conduce a la sociedad a su aniquilamiento. La social democracia y el stalinismo han traicionado sistemáticamente al proletariado de los propios sindicatos. Todo el pasado de la clase obrera, y de sus sindicatos en particular, ha demostrado la incapacidad no sólo de las viejas direcciones proletarias, sino que ha enterrado definitivamente cualquier intento de creer que los sindicatos puedan abatir al Estado burgués; una revolución triunfante y varias derrotadas así lo han confirmado. El destino de la humanidad se reduce al problema de la dirección proletaria.

EL PROBLEMA DEL PARTIDO Y LA ACTUACION EN LOS SINDICATOS

Trotsky nos ha enseñado que vivimos la época de los virajes bruscos; la segunda postguerra probó que provocará aún más trastornos agudísimos en las relaciones entre las clases. Transformaciones constantes y profundas en la conciencia de los trabajadores y en la actitud política son de prever; por lo mismo, movimientos bruscos que transformen las luchas sindicales en conflictos políticos de gran envergadura. La crisis del sistema determina este carácter del proceso, no estableciéndose una transición marcada entre sus etapas de evolución. Las modificaciones de la conciencia política pueden expresarse súbitamente; una correcta estrategia sindical debe tomar en cuenta esta modalidad que crea especiales condiciones para la conquista de la confianza de las masas y su dirección.
Los sindicatos no son organismos de dirección política, necesitan esta dirección; hasta el presente han estado dirigidos por el reformismo que los lleva a la derrota; ellos necesitan una nueva dirección y ésta debe ser dada por nuestro propio Partido.
¿Cómo conseguiremos esto?  Llevando la política del Partido a los sindicatos. Nuestros elementos deben ganar la confianza de los sindicatos como militantes del Partido, ligando su pensamiento y acción a la disciplina y fuerza del Partido. La única manera de unirse efectivamente a la suerte de la clase obrera, de prever y dirigir sus luchas, de construir la vanguardia al calor de los trabajadores, estriba en que nuestros militantes expresen la vos del Partido, la única que puede entender, explicar, los cambios de situación, y hacer que ella llegue a la conciencia de los sindicatos.
Los militantes deben llevar a los sindicatos la política del Partido y actuar como propagandistas de su programa. Ante la desvirtuación constante de este enunciado correcto, forzoso es preguntarnos qué significa realmente esto. A nuestro juicio, la mayor parte de los errores del Partido y de sus militantes parten y tiene su origen en una falsa interpretación de esta norma.
Siempre y en todas las condiciones debemos llevar las ideas, la política y el problema partidario a los sindicatos y a todos los organismos de masas; no hacerlo sería una abierta traición. El rutinarismo del Partido se niega a comprender que la política del Partido no es exclusivamente su programa general, su declaración de principios y, en la mayoría de los casos, su repetición mecánica.
El Partido tiene, o debe tener, un punto de vista, un enfoque, una solución para cada situación y que responda a las condiciones reales. Este punto de vista -la política del Partido-  responde a una apreciación de la situación real o concreta, a la realidad misma de las clases y de la lucha de clases, a la correlación de fuerzas, a su dinámica interna. Toma en cuenta el estado de la clase, su mentalidad desarrollo y madurez de su conciencia política; aprecia los partidos que la orientan, sus métodos y fines; estudia el mayor o menor grado de libertad, etc.; al mismo tiempo, las condiciones que imperan en los sindicatos; democracia sindical, exceso de burocratismo, existencia o no de tendencias, de grupos amorfos, como así mismo la fuerza de nuestro propio Partido. Sobre el estudio de todos estos factores, el Partido formula su política general y particular; interviene en todas las manifestaciones de los sindicatos y defiende su determinado criterio. Solamente este criterio es la política del Partido; llevarlo adelante es defender la política del Partido y actuar realmente como Trotskistas. Defender no sólo el programa general, la política general, sino los criterio tácticos y circunstanciales, las ideas periódicas y diarias del Partido, eso es lo que identifica a un militante y no simplemente sus enunciados programáticos. Los camaradas que se contentan con explicaciones sobre la Revolución Permanente o el Programa de Transición en general llevan en los hecho una conducta contraria a la organización.
Nuestra política, abierta o encubiertamente, depende de las circunstancia y condiciones concretas; tan criminal o estúpido sería declararse trotskista en período de reacción y cuando los sindicatos están privados de la democracia interna, como no defender nuestra calidad militante en condiciones contrarias. Lo importante es que el Partido sepa orientarse por las condiciones reales y sepa ver cuando es prudente, posible y necesario hacer lo uno o lo otro; la fin de cuentas, esto responde al diagnóstico general de la situación política y sale del problema sindical exclusivamente.
Si en un momento dado pone a la orden del día la lucha por consignas democráticas, o por la unidad sindical, ser un militante es luchar por este criterio. Dentro de las condiciones generales, puede haber casos excepcionales que exijan un comportamiento diferente; resolver la conducta a seguir es problema que debe ser resuelto por la dirección sindical, estudiando las condiciones particulares del caso. Es necesario repetirlo, el que no defiende el criterio estratégico y los criterios tácticos, particulares del Partido, actúa sin conexión con la política del Partido, por muy bien que recite su programa; aquellos elementos que forjan la política del Partido, que no asisten a sus reuniones celulares, a sus manifestaciones, están fuera del Partido aunque ningún estatuto los haya expulsado.

EL PROGRAMA DE TRANSICION Y LA ACTUACION SINDICAL

Uno de los vicios más marcados y nefastos de Partido es la aplicación mecánica del programa de transición y, al mismo tiempo, la incomprensión de los cambios políticos que exigen, al producirse, una conducta diferente; la inercia los lleva a comportarse siempre de una manera  uniforme, esto se traduce en su inoperancia en el seno de los sindicatos y las masas y expresa su desconexión real con los trabajadores. Nada más sintomático que la forma de aplicación de nuestro programa de transición.
El programa de transición es el programa general del Partido a escala mundial; por su mismo carácter, él señala lo típico y general y ofrece soluciones para ello. Tal como su contexto lo establece, él une el antiguo programa mínimo al máximo y establece reivindicaciones transitorias como un puente. Este proceder no es arbitrario, se basa en la teoría de la Revolución Permanente y, lo que es más importante, en el carácter de la época actual en la cual la crisis social obliga a las masas a plantearse reivindicaciones cada vez más amplias, que son superadas por la lucha. Son transitorias justamente por esto.
El programa determina los males actuales de estructura, generales a todo el mundo capitalista: desempleo, inflación, carestía de la vida, etc.; pero, más que nada,  lo que nos enseña el programa no son tanto las fórmulas mismas, sino que señala que nuestras reivindicaciones deben saber unirse al nuevo paso necesario, inevitable, que la lucha de clases exija; es, en cierto modo, un método y no un dogma.
Nuestros camaradas no comprenden esto; en su trabajo en los sindicatos se proponen encajar estas reivindicaciones arbitrariamente y rehúsan, en los hachos, a descubrir lo que los trabajadores quieren y no saben dar las consignas transitorias que surgen, que surgen de la realidad misma. Más que buscar las consignas que surgen de la realidad, o sea, de los problemas reales que se plantean a los obreros en los sindicatos y dar para ellos las consignas transitorias que respondan a esta realidad, el Partido se empeña en imponer las consignas muertas de un programa y que no se condicen con la realidad. ¿Se trata de renunciar al programa de transición? Nadie propone tal cosa. Se trata de hacer a cada paso, de acuerdo a las condiciones, el verdadero programa de transición. Esto es tanto más importante en los momentos actuales en que la lucha de los trabajadores se encuentra en un nivel tan bajo que es forzoso luchar por reivindicaciones más bien del estricto programa mínimo. Estas consignas de carácter democrático debemos transicionarlas con la perspectiva socialista, pero no imponer fórmulas que nos cierren el camino. Comprender con claridad esta tarea es asegurar nuestra entrada en los sindicatos y en la confianza de los trabajadores.

LOS SINDICATOS EN LA EPOCA PRESENTE Y NUESTRA LUCHA POR EL PARTIDO

Analizando la tendencia de los sindicatos en la época presente a estatizarse, dice Trotsky que su única garantía de independencia está en la dirección de la Cuarta Internacional. Este diagnóstico debe ser tenido en cuenta (nos referimos a la tendencia de estatización) para una correcta apreciación de los mismos. Sin embargo él no nos exime de examinar las características propias de un período concreto político en la vida de los mismos. Y esto vale no sólo para los sindicatos. Es importante para el Partido distinguir las fases en las cuales se actualiza y desarrolla.
Todo el período anterior estuvo en contra nuestra y navegamos contra la corriente. En esas condiciones nuestras principales tareas fueron la defensa de los principios, del programa de la revolución, esperando un cambio en la orientación general. De esta defensa surgía nuestra principal tarea: formación de los cuadros del Partido. No haber crecido en estas circunstancias era inevitable. Es decir, el crecimiento era un fenómeno excepcional y no una norma. Por lo mismo, la formación de cuadros surgía de la realidad. Al no proceder en ese sentido nosotros no hemos sabido sacar ventajas del período negativo. En su sentido más general, nuestra orientación no fue justamente crear estos cuadros partidarios. Esta falla general nuestra ha tenido su más plena expresión y confirmación en la acción sindical desarrollada en estos años, en la orientación seguida. Resumiendo en una frase, la orientación general adoleció de una desviación sindicalista que, secundariamente, ha generado una verdadera tendencia sindicalista de numerosos camaradas. De una parte, esta tendencia ha sido la acentuación del error más general, y, de otra, un correctivo inconciente que las bases militantes sindicales hacían al propio Partido. Debemos analizar uno y otro aspecto de esta falla, contribuyendo así a una superación conciente.
Hemos sostenido que la orientación general del Partido fue sindicalista como resultado de un falso enfoque de las situación política general y de nuestras propias tareas. La clase obrera ha evolucionado lentamente y esta evolución ha estado presidida por el reformismo. La acción del proletariado ha carecido de nervio e impulso y los sindicatos han permanecido bajo la tutela de socialista y stalinistas. Lógicamente, la resolución de los problemas políticos ha quedado entregada en las manos de estos partidos. La lucha sindical ha sido preferentemente una lucha económica, limitada al problema del salario, como respuesta y contrapartida a la carestía de la vida y al alza incesante de los precios. En la mayoría de los casos, esta lucha muy lejana a los procedimientos de la lucha de clases, se ha reajustado a los procedimientos legales.
Si la acción de los sindicatos ha estado bajo la influencia omnímoda de los partidos obreros, éstos, a su vez, han actuado mediatizados por los partidos burgueses. No es otro, al fin de cuentas,  el resultado de la colaboración de clases. La pugna entre las clases, su choque político fue paralizado o deformado, no produciéndose serios choques.
Esta realidad ha determinado una evidente ventaja burguesa, la que ha logrado rebajar el movimiento proletario ideológica y orgánicamente y ha sacado mayores ventajas impidiendo la tendencia inevitable al alza de salarios, resultado del proceso inflacionista; finalmente, pudo infligir a los trabajadores una seria derrota.
En muchos casos, las huelgas económicas elevaron la combatividad obrera. En más de una, esta combatividad subió en dos o tres grados transitoriamente; terminada la lucha local, de interés circunscrito a los obreros de una industria, éstos volvían a la media normal del movimiento, descendiendo esta combatividad. La curva de la fiebre, que en períodos dados subía relativamente, bajaba al término del conflicto sin que la media general subiera relativamente.
Sin una aguda crisis social, económica y política, esta media sólo podía subir por la intervención conciente de los partidos obreros, y éstos estaban colaborando con la burguesía.
En las huelgas parciales la combatividad de los trabajadores crecía y sus elementos más concientes se mostraban dispuestos a aceptar ideas más radicales. Este entusiasmo decaía tan pronto la lucha local se liquidaba; perdiendo de vista la situación general, la comprensión de las masas, sus verdaderas posibilidades, separándose de hecho de ellas, el esfuerzo del Partido se desplaza desesperadamente al apoyo, no tanto de estas huelgas sino de su transitoria combatividad con la esperanza que ellas efectuaran una especie de entonamiento súbito de la lucha de clases.
Confundíamos una política necesaria con una política posible. Intentábamos aquí, por este medio, provocar un ascenso a un nuevo estadio de la lucha, exacerbando al máximo esta combatividad episódica destinada a un retorno, punto menos que inevitable dada la evolución general; el predominio que el reformismo tiene en la propia conciencia de las masas, se levanta como un escollo objetivo.
En estas condiciones, por los fines de la clase en su conjunto, empeñados a pesar de nuestra extrema debilidad en un vuelco total de la situación o de los sindicatos, dejábamos de mano el crear fracciones, ganar elementos concientes, militantes, que vinieran por comprensión y adhesión a nuestro programa.
Producido el estado normal, los elementos ganados al calor de esta efervescencia, exagerada por nosotros mismos, reconocían muy pronto su incomprensión del Partido, de su programa, veían la debilidad del mismo, la desproporción entre loa acción de un momento -que gastaba el Partido- y sus posibilidades de acción posterior. Su espíritu crítico negativo se acentuaba particularmente en los casos de derrota del movimiento general, lo que, por otra parte, fue la norma. En fin, no supimos comprender que la defensa de los fines de la clase, en esta etapa, comenzaba por nuestros propios fines; por nuestro sólido, aunque a veces lento, crecimiento en forma orgánica. No sólo no crecíamos, sino que educábamos mal a nuestros propios militantes.

LA REPERCUSION DEL ERROR EN EL SENO DEL PARTIDO

La mayoría de nuestros mejores elementos sindicales acusan una tendencia a actuar en el seno de los sindicatos, no de acuerdo a la política del Partido, sino supeditando ésta a los intereses estrechos de los sindicatos. Esta actitud los convierte en algunas oportunidades en dirigentes sindicales, sin que esto signifique ningún fortalecimiento partidario ni la extensión del campo de influencia de las ideas revolucionarias.
El desenvolvimiento que ha tenido la lucha de clases en al país puede explicar en parte este fenómeno, pero es a todas luces insuficiente para explicar en abnegados y muchas veces capaces militantes, la insistencia y fuerza de este fenómeno que llega a constituir una tendencia inconciente. Las causas generales, que por cierto actúan,  deberían ser amortiguadas por la conciencia del Partido; sin embargo, no ocurre así.
La explicación debe ser buscada en la errónea orientación del Partido que hemos señalado. Esta tendencia es la forma inconciente, instintiva, dictada por la propia realidad, por intermedio de la cual los camaradas se oponen a esta orientación falsa. Estos camaradas están en contacto directo con los sindicatos y conocen el estado de espíritu de los obreros y, por lo mismo, empíricamente corrigen a su modo, revisan una falsa orientación. En cierto sentido, este sindicalismo es mucho más correcto que la línea general. De hecho, ellos desvirtúan la orientación que les dicta el Partido y la reacomodan a su conocimiento de la realidad.
Esta resistencia y crítica sorda de nuestros militantes sindicales debe ser oída y elevada al plano de la comprensión política, para la educación del Partido y para la correcta actuación dentro de los sindicatos, que termine definitivamente con esta disociación permanente entre el enunciado de una política y su realización por los militantes sindicales que, hasta el presente, han marchado separadamente y sin comprender sus causas.
La conducta partidaria nos está demostrando que no es posible sustituir las etapas reales en la evolución de las masas, por nuestros deseos. En este camino el Partido seguirá como al presente, rompiéndose la cabeza y separando aún más la dirección y la base del Partido.
Es urgente someter nuestra propia experiencia a la prueba de ácido de la crítica marxista. Las masas no tienen otra posibilidad de aprender que su propia experiencia de su lucha cotidiana, de su existencia misma de clase explotada. Nuestros militantes son sensibles a esta realidad. El Partido tiene la obligación de ayudarlos en su búsqueda de una más correcta política e impedir, por su propia conducta, la desviación de estos camaradas, que no sólo se alejan en la práctica del programa del Partido, sino que impiden al propio Partido hacerse carne y conciencia entre los trabajadores más avanzados.


         Abril de 1950


· Documento posterior a las manifestaciones de principios de año y para la discusión interna de la organización “Nuestra Tribuna”. Buscaba acercar a los miembros del grupo a la movilización de las masas. [Santiago, Abril 1950].

jueves, 7 de junio de 2012

Según in informe de la Confederación Sindical Internacional
Asesinadas 76 personas en el mundo en 2011 por sus actividades sindicales

IPS


Regímenes represivos y la crisis económica del mundo industrializado aparecen como los principales responsables de despidos, detenciones, encarcelamientos e, incluso, asesinatos de dirigentes obreros en 2011, denunció este martes 5 la Confederación Sindical Internacional (CSI).El año pasado fueron asesinados 76 trabajadores y trabajadoras por el solo hecho de defender sus derechos sindicales, precisa la secretaria general de la CSI, Sharan Burrow, en el prefacio del Informe Anual sobre las Violaciones de los Derechos Sindicales, presentado en Ginebra, donde actualmente sesiona la Conferencia Internacional del Trabajo.

Esta cifra trágica no incluye a los trabajadores que perecieron en las revueltas de la llamada Primavera Árabe.

El mayor número de sindicalistas muertos en el periodo estudiado se registró otra vez en Colombia, indicó a IPS la coordinadora del informe, Sara Hammerton. Fueron 29 los asesinados, lo cual es relativamente bajo respecto del pasado, cuando se llegó a promediar hasta un centenar por año, señaló.

Las estadísticas más luctuosas en los 143 países estudiados corresponden a América Latina, donde se perpetraron 56 asesinatos de sindicalistas en acciones cometidas "en la más absoluta impunidad", dijo Borrow.

Además de Colombia, la otra preocupación seria en esa región se centra en Guatemala, donde se perpetraron 10 asesinatos de periodistas, la misma cantidad que en 2010. La CSI pensaba que las autoridades de ese país darían los pasos para evitar que se repitiera y proteger a los dirigentes obreros, pero nada se hizo, indicó.

Hammerton comentó que Víctor Báez, secretario general de la Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas (CSA), una de las regionales de la CSI, sostuvo en un estudio que la impunidad "es un negocio muy rentable" para los perpetradores de las violaciones sindicales que obtienen "cuantiosos beneficios económicos".

Sin embargo, creo que el caso de Colombia es mixto. No es solo financiero, sino que se mezcla con la política y con el movimiento guerrillero en armas desde comienzos de los años 60, dijo la experta de la CSI. Es un cuadro muy complicado.

Gustavo Gallón, asesor jurídico de organizaciones obreras colombianas, señaló a IPS que la situación de los sindicalistas en su país sigue siendo muy difícil, porque continúan muriendo a pesar de que el gobierno de Juan Manuel Santos anunció medidas para evitarlo.

Se sigue asesinando a muchos sindicalistas, así como también se aprecia una gran impunidad en los casos que están a estudio de la fiscalía, insistió.

Solo aquí, en la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se investigan 2.900 asesinatos y desapariciones forzadas de sindicalistas desde 1986, agregó. Los avances al respecto son muy escasos, lamentó.

Los autores del informe de la CSI también estimaron en centenares la cantidad de sindicalistas muertos, y en miles los detenidos durante los alzamientos populares de la Primavera Árabe de comienzos de 2011, especialmente en Túnez, Egipto y Bahrein.

Otros datos indican que nueve líderes de organizaciones de trabajadores murieron en Asia, cuatro de los cuales fueron víctimas de ataques a balazos en Filipinas. También se destaca el brutal asesinato de un dirigente del sector de la confección en Bangladesh, dos años después de haber sido apaleado por autoridades del gobierno a causa de sus actividades sindicales.

En tanto, en Zimbabwe, un niño de un año murió luego de pasar la noche a la intemperie y bajo la lluvia porque su familia formaba parte de un grupo de trabajadores agrícolas expulsados de manera sumaria por haber intentado organizarse.

El informe anual de la CSI también sostiene que algunas de las muertes de sindicalistas en el mundo ocurrieron como consecuencia de la violencia policial.

Es el caso de un trabajador municipal de Sudáfrica, dos huelguistas de Indonesia y otros en Sri Lanka, Pakistán, India, Egipto y Nepal, víctimas de la represión de fuerzas de choque de la policía.

La CSI subraya que las mujeres y los hombres trabajadores son en especial vulnerables a los efectos de la actual crisis económico-financiera mundial, con epicentro en Europa.

El impacto es terriblemente injusto porque muchos gobiernos persisten en favorecer las medidas de austeridad en lugar de estimular el crecimiento y el empleo, estimó el informe de la central obrera.

Mientras el desempleo en el mundo alcanzó en 2011 el nivel récord histórico de 205 millones de activos, en Europa los sindicatos acusaron el efecto de la crisis de la eurozona con mayores restricciones a los derechos de los trabajadores en Portugal, Hungría y Rumania.

Sin embargo, el cambio más dramático se produjo en Grecia, donde el desempleo llegó hasta 21 por ciento, los salarios se depreciaron y los derechos de negociación colectiva fueron severamente recortados, mencionó el informe.

En el caso de España, también hay problemas, pero no es uno de los peores, dijo Hammerton. Sin embargo, los sindicatos españoles afrontan dificultades y la situación en el país empeora, agregó. Son los mismos problemas que vemos en el mundo y en Europa, dijo.

Los derechos de los trabajadores se debilitan más porque las políticas socavan los empleos y eso afecta severamente a los sindicatos, describió Hammerton. Las modalidades de contratos laborales de corto término y el aumento del trabajo informal minan los derechos obreros, insistió.

Las mujeres tienden a ser las más involucradas en ocupaciones informales sin contrato, pactos de corta duración o de tiempo parcial, lo cual las vuelve más vulnerables, explicó.

Un caso particular es el de los casi 100 millones de personas empleadas en tareas domésticas, que casi siempre son mujeres y en su mayoría jóvenes e inmigrantes, que desconocen sus derechos, por lo cual se encuentran en pésimas condiciones, refirió Hammerton.

Al respecto, la CSI desarrolla este año su "Campana 12 en el 12", con el objetivo de obtener las 12 ratificaciones necesarias para que entre en vigor el Convenio sobre las Trabajadoras y los Trabajadores Domésticos, adoptado en 2011 por la Conferencia Internacional del Trabajo.

Otras trabajadoras en dificultades son las que se desempeñan en las zonas francas industriales (maquilas) o en la industria de la confección, donde la sindicalización es particularmente difícil, relató.

El informe consigna que la libertad sindical sigue siendo inexistente en países como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Eritrea, Sudán y Laos. En Jordania se aplica un sistema de monopolio sindical estrictamente regulado, mientras que en China y Siria el sindicato único se utiliza como instrumento para controlar en lugar de proteger a los trabajadores.
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=100896

viernes, 1 de junio de 2012


Tag: Política Ignacio Escolar @ 06:06
Escolar.net, 16-05-2012
Un resumen del programa electoral del partido Syriza, favorito en las encuestas ahora que se van a repetir las elecciones en Grecia.

1. Realizar una auditoría sobre la deuda pública. Renegociar su devolución y suspender los pagos hasta que se haya recuperado la economía y vuelva el crecimiento y el empleo.
2. Exigir a la UE un cambio en el papel del BCE para que financie directamente a los Estados y a los programas de inversión pública.
3. Subir el impuesto de la renta al 75% para todos los ingresos por encima del medio millón de euros anuales.
4. Cambiar la ley electoral para que la representación parlamentaria sea verdaderamente proporcional.
5. Subir el impuesto de sociedades para las grandes empresas al menos hasta la media europea.
6. Adoptar un impuesto a las transacciones financieras y también un impuesto especial para los productos de lujo.
7. Prohibir los derivados financieros especulativos, como los swaps y los CDS.
8. Abolir los privilegios fiscales de los que disfruta la iglesia y los armadores de barcos.
9. Combatir el secreto bancario y la evasión de capitales al extranjero.
10. Rebajar drásticamente el gasto militar.
11. Subir el salario mínimo hasta su nivel previo a las recortes (751 euros brutos mensuales).
12. Utilizar los edificios del Gobierno, la banca y la iglesia para alojar a las personas sin hogar.
13. Poner en marcha comedores en los colegios públicos para ofrecer desayuno y almuerzo gratuito a los niños.
14. Ofrecer sanidad pública gratuita para las personas desempleadas, sin hogar o sin ingresos suficientes.
15. Ayudas de hasta el 30% de sus ingresos para las familias que no pueden afrontar sus hipotecas.
16. Subir las prestaciones de desempleo para los parados. Aumentar la protección social para las familias monoparentales, los ancianos, los discapacitados y los hogares sin ingresos.
17. Rebajas fiscales para los productos de primera necesidad.
18. Nacionalización de los bancos.
19. Nacionalizar las antiguas empresas públicas de sectores estratégicos para el crecimiento del país (ferrocarriles, aeropuertos, correos, agua…).
20. Apostar por las energías renovables y por la protección del medio ambiente.
21. Igualdad salarial para hombres y mujeres.
22. Limitar el encadenamiento de contratos temporales y apostar por los contratos indefinidos.
23. Ampliar la protección laboral y salarial de los trabajadores a tiempo parcial.
24. Recuperar los convenios colectivos.
25. Aumentar las inspecciones de trabajo y los requisitos laborales para empresas que accedan a concursos públicos.
26. Reformar la constitución para garantizar la separación iglesia-Estado y la protección del derecho a la educación, la salud y la protección del medio ambiente.
27. Someter a referéndum vinculante los tratados europeos y otros acuerdos de importancia.
28. Abolición de todos los privilegios de los parlamentarios. Eliminar la especial protección legal de los ministros y permitir a los tribunales ordinarios procesar a los miembros del gobierno.
29. Desmilitarizar la guardia costera y disolver las fuerzas especiales antidisturbios. Prohibir la presencia de policías encubiertos o con armas de fuego en las manifestaciones y mítines. Cambiar los planes de estudio de los policías para poner énfasis en los temas sociales, como la inmigración, las drogas o la exclusión social.
30. Garantizar los derechos humanos en los centros de detención de inmigrantes.
31. Facilitar a los inmigrantes la reagrupación familiar. Permitir que los inmigrantes, incluso los indocumentados, tengan acceso pleno a la sanidad y la educación.
32. Despenalizar el consumo de drogas, combatiendo solo el tráfico. Aumentar los fondos para los centros de desintoxicación.
33. Regular el derecho a la objeción de conciencia en el servicio militar.
34. Aumentar los fondos para la sanidad pública hasta los niveles del resto de la UE (la media europea es del 6% del PIB y Grecia gasta el 3%).
35. Eliminar el copago en los servicios sanitarios.
36. Nacionalizar los hospitales privatizados. Eliminar toda participación privada en el sistema público de salud.
37. Retirada de las tropas griegas de Afganistán y los Balcanes: ningún soldado fuera de las fronteras de Grecia.
38. Romper los acuerdos de cooperación militar con Israel. Apoyar la creación de un estado Palestino dentro de las fronteras de 1967.
39. Negociar un acuerdo estable con Turquía.
40. Cerrar todas las bases extranjeras en Grecia y salir de la OTAN.