martes, 26 de noviembre de 2013



Escritos Latinoamericanos (compilación)

Christian Castillo
El interés de Trotsky por profundizar su estudio y conocimiento sobre América Latina comienza con su obligado traslado al México de Cárdenas, donde llega acompañado de su esposa Natalia Sedova y su secretario Jean Van Heijenoort el 9 de enero de 1937, luego de que el presidente mexicano le concediera lo que ningún otro gobierno quería otorgarle: una visa de residencia; una situación que había llevado al escritor surrealista francés André Breton (en ese entonces simpatizante de las ideas de Trotsky) a acuñar su famosa frase: "El mundo es un planeta sin visa para León Trotsky".
Presentamos en este libro un conjunto de artículos, entrevistas y cartas escritos por León Trotsky durante su exilio mexicano, de enero de 1937 hasta su asesinato en agosto de 1940. Algunos de estos trabajos recibieron temprana difusión en nuestro continente. Otros sólo fueron publicados esporádicamente y son poco conocidos: especialmente incluímos toda una sección dedicada a artículos de Trotsky y otros autores cercanos a sus ideas en esos tiempos, aparecidos en la revista Clave y que no han vuelto a ser publicados en décadas. En su conjunto es una de las compilaciones más completas de trabajos de Trotsky sobre América Latina, que creemos serán de gran interés tanto para el militante, como para el estudiante, el cientista social o para el lector interesado en temas políticos.
Trotsky y la politica mundial de la época
Durante los primeros meses de su estancia mexicana, Trotsky se dedicó centralmente a la organización de los "contraprocesos" a los juicios de Moscú. Sus escritos de esos días se empeñan en desentrañar las mentiras de los acusadores Stalin y Vichinsky y cuestiones vinculadas a la organización de la "Comisión de Investigación Internacional". Como parte de sus actividades esta comisión envió una delegación a México (que sesionó entre los días 10 y 17 de abril de 1937) encabezada por el filósofo norteamericano John Dewey que tuvo entre sus actividades principales tomar declaración al mismo Trotsky, cuyo alegato figura en el libro Los crímenes de Stalin. La febril actividad realizada por Trotsky en este terreno y en el seguimiento pormenorizado de los sucesos en la Unión Soviética -poco antes de ingresar a México, en agosto de 1936, había entregado a sus editores la versión terminada de La Revolución Traicionada, cuya primer edición aparece en mayo de 1937- fue acompañada con sus trabajos sobre los principales acontecimientos de la política mundial del momento. Primero, la guerra civil española, de la cual antes y durante su exilio mexicano, Trotsky escribió páginas magistrales y en la que había buscado la oportunidad de intervenir directamente. El otro gran tema que fue progresivamente envolviendo los escritos de Trotsky de estos años son los preparativos y luego los dramáticos acontecimientos de los primeros años de la Segunda Guerra Mundial. Ya desde 1934 Trotsky venía señalando que las contradicciones de la situación política mundial empujaban a un nuevo conflicto por el "reparto del mundo" entre las potencias imperialistas, el cual sólo podría ser evitado por la intervención revolucionaria del proletariado internacional. Cuando la acción desmoralizadora del Frente Popular en España y Francia alejó la perspectiva de la revolución, el camino hacia la guerra se hacía inevitable. En la entrevista concedida al dirigente sindical argentino Mateo Fossa, que lo visitó en México, Trotsky señalaba: "La guerra es inevitable y estallará en un futuro inmediato. Las crisis internacionales se suceden. Estas convulsiones son los dolores de parto de la próxima guerra. Cada nuevo paroxismo será agudo y más peligroso. Actualmente no veo en el mundo ninguna fuerza capaz de detener el desarrollo de este proceso. Indefectiblemente una horrible masacre hará presa de la humanidad. (...) La política del Frente Popular, como lo demuestran los ejemplos de Francia y España y de otros países, consiste en subordinar al proletariado al ala izquierda de la burguesía de los países capitalistas, tanto de la de la derecha como la de la "izquierda", está impregnada de chovinismo e imperialismo. El ’frente popular’ sirve para hacer de los obreros carne de cañón de su burguesía imperialista y nada más." Trotsky señaló claramente cómo la segunda guerra mundial no era en manera alguna una guerra de la "democracia contra el fascismo" como la presentaba la propaganda de los imperialismos británico, francés y norteamericano (y el stalinismo luego de la ruptura del pacto Stalin-Hitler), combatiendo abiertamente la política de subordinación a los mismos propugnada por los agentes de estas potencias imperialistas, que en las semicolonias y colonias llamaban, en nombre de "la lucha contra el fascismo", al mantenimiento del yugo imperialista. En septiembre de 1938, un año antes de la entrada de las tropas alemanas en Polonia, escribía: "En algunos círculos de la intelligentzia se ha hecho popular la idea de ’la unificación de todos los estados democráticos’ contra el fascismo. Considero que esta idea es fantástica, quimérica, apta solamente para engañar a las masas, especialmente a los pueblos débiles y oprimidos. ¿Realmente puede creer alguien siquiera por un momento que Chamberlain, Daladier o Roosevelt son capaces de declarar una guerra para defender el principio abstracto de la ’democracia’? Si el gobierno democrático amara tanto la democracia hubiera dado la libertad a la India. Y lo mismo Francia. Gran Bretaña prefiere la dictadura de Franco en España a la dominación política de los obreros y campesinos, porque Franco puede ser un agente del imperialismo británico mucho más complaciente y de confianza. Inglaterra y Francia no pusieron resistencia para entregarle Austria a Hitler, aunque inevitablemente le declararían la guerra si osara tocar sus colonias. En conclusión, es imposible combatir al fascismo sin combatir al imperialismo. Los países coloniales y semicoloniales deben luchar antes que nada contra el país imperialista que los oprime directamente, más allá de que lleve la máscara del fascismo o de la democracia."1 Tras el estallido de la guerra, Trotsky tuvo que responder a la oposición surgida en el principal partido de la IV Internacional en esos años, el Socialist Workers Party (SWP), donde dos de sus principales dirigentes, Max Shachtman y James Burnham, organizaron una fracción que se negaba a la defensa incondicional de la Unión Soviética frente al imperialismo, la cual sostenían ya no era en manera alguna un "estado obrero degenerado". Desde México, en artículos que se encuentran compilados en En defensa del marxismo, Trotsky combatió el pensamiento pragmático, antidialéctico, de sus contrincantes, que cedían a la presión de la opinión pública norteamericana luego de que Stalin pactase con Hitler. Sus consideraciones finales sobre la guerra se encuentran concentradas en el Manifiesto de la IV Internacional sobre la guerra imperialista y la revolución proletaria mundial, adoptado por la Conferencia de Emergencia de mayo de 1940. En su conjunto, las páginas destinadas al análisis de la segunda guerra y las respuestas estratégicas y tácticas que debían dar los marxistas revolucionarios ante la misma son sin duda de aquellas en las que aflora en toda su magnitud el genio marxista de Trotsky. Poco antes del estallido de la segunda guerra mundial, en septiembre de 1938, estando Trotsky en México y bajo la persecución más terrible del stalinismo -en esos días se multiplican los asesinatos de dirigentes trotskistas a manos de agentes de la GPU- se había realizado clandestinamente el Congreso de Fundación de la IV Internacional. La preparación de este Congreso y su documento fundamental (conocido como el Programa de Transición) ocupó gran parte de la actividad de Trotsky. En momentos en que la guerra se acercaba, veía fundamental sentar una bandera que separase claramente a los marxistas revolucionarios de la política traidora de la socialdemocracia y el stalinismo. Su hipótesis era que la guerra sería partera de la revolución y que al calor de estos grandes acontecimientos la IV Internacional podría pasar de unos pocos miles de seguidores a devenir en una internacional de masas. Aunque sus predicciones sobre el curso que seguirían los acontecimientos de la guerra, e incluso de la post guerra, son verdaderamente notables, su pronóstico más general no se cumplió. A pesar de Stalin, los obreros y campesinos soviéticos defendieron la propiedad nacionalizada y evitaron que la URSS colapsara durante la guerra. El stalinismo capitalizó el triunfo que las masas soviéticas obtuvieron sobre el nazismo, utilizándolo para desviar o aplastar los procesos revolucionarios de la inmediata post guerra y pactar un nuevo "orden de dominio mundial" con la nueva potencia imperialista hegemónica, los Estados Unidos.
Trotsky sobre México y América Latina: Pautas fundamentales para la comprensión de los "populismos" latinoamericanos
En medio de acontecimientos de esta magnitud, Trotsky dedica parte importante de su estancia en México al estudio de la realidad mexicana y latinoamericana. Sus aportes en este terreno, a los que está consagrado este libro, también son brillantes. La cláusula de asilo que impedía a Trotsky inmiscuírse en asuntos de la política interna mexicana, no implicó en manera alguna su desinterés por los importantes acontecimientos que se sucedían en su derredor. Sus artículos -de los que Olivia Gall ha destacado en su libro Trotsky en México su originalidad y fineza en relación a las mezquinas elaboraciones del stalinismo mexicano- tocan todos los aspectos fundamentales de la realidad política de México bajo el gobierno de Cárdenas, y se extienden a consideraciones que abarcan al conjunto de los países latinoamericanos y a la caracterización de los principales fenómenos políticos que se desenvolvían en ellos, como por ejemplo la aparición de movimientos nacionalistas burgueses y pequeñoburgueses (el mismo cardenismo, el APRA peruano, etc.), los después llamados "populismos latinoamericanos" y cuál debía ser la actitud de los revolucionarios ante ellos. Sin duda en este terreno uno de sus mayores logros teórico-políticos fue la caracterización del gobierno de Cárdenas como un "bonapartismo sui generis", luego extendida a otros gobiernos semicoloniales: "En los países industrialmente atrasados el capital extranjero juega un rol decisivo. De ahí la relativa debilidad de la burguesía nacional en relación al proletariado nacional. Esto crea condiciones especiales de poder estatal. El gobierno oscila entre el capital extranjero y el nacional, entre la relativamente débil burguesía nacional y el relativamente poderoso proletariado. Esto le da al gobierno un carácter bonapartista sui generis, de índole particular. Se eleva, por así decirlo, por encima de las clases. En realidad, puede gobernar o bien convirtiéndose en instrumento del capitalismo extranjero y sometiendo al proletariado con las cadenas de una dictadura poilicial, o bien maniobrando con el proletariado, llegando incluso a hacerle concesiones, ganando de este modo la posibilidad de disponer de cierta libertad en relación a los capitalistas extranjeros"2. En estas cortas líneas, donde se ponen en juego dialécticamente la relación entre clases y estado en los países semicoloniales y entre estos y el capital imperialista, hay más ciencia para desentrañar la naturaleza de los "populismos" latinoamericanos que en las decenas de libros de la sociología "oficial" consagrados al tema. Es que en Trotsky se combinan un gran conocimiento de la historia universal con el manejo profundo de la teoría marxista y la rigurosidad por comprender las particularidades de los fenómenos, una verdadera obsesión por no caer en el mecanicismo y el esquematismo teórico y político, como revelan las discusiones que mantiene con Charles Curtiss y otros trotskistas norteamericanos, que incluímos en este volumen.3 Su pensamiento en este terreno muestra el mismo agudo manejo del método marxista que le había permitido preveer la dinámica de la revolución rusa de 1917 con más de diez años de antelación, cuando, a la luz de la derrota de la revolución de 1905, escribía su primera versión de la Teoría de la Revolución Permanente en el folleto Resultados y Perspectivas. Pero con la ventaja de haberse enriquecido, más de treinta años después, con las lecciones y la experiencia viva de grandes acontecimientos revolucionarios y contrarrevolucionarios -triunfo de la revolución de octubre, derrota de la revolución china de 1925-27, ascenso y consolidación del stalinismo, triunfo del fascismo en Italia y Hitler en Alemania, la revolución y la guerra civil en España, etc.- que moldearon la historia mundial y la biografía personal del gran revolucionario.
Una visión no mecanicista de la Teoría de la Revolución Permanente 
En base a la caracterización del "bonapartismo sui generis "Trotsky definió la actitud de los marxistas revolucionarios ante gobiernos como el de Cárdenas, afinando la teoría de la revolución permanente en relación al contexto mexicano de fines de los ’30 u otros similares. Para Trotsky la revolución mexicana tenía en la cuestión agraria y en la lucha por la liberación nacional sus motores fundamentales: "En los países atrasados el camino para oponerse al fascismo es ante todo el camino de la lucha revolucionaria por la independencia nacional y por la transformación radical de las relaciones agrarias. Sin la revolución agraria no hay independencia nacional ni salvación contra el fascismo. Cualquiera que bloquee el camino hacia la expropiación de la propiedad territorial y de los recursos nacionales en beneficio de los campesinos y del pueblo en general, está instigando al fascismo. Generalidades vagas acerca de la amistad y la democracia no son suficientes. Se debe tener una posición clara: o con los magnates del capital y de la seudodemocracia, o con la democracia genuina de los obreros, los campesinos y los pueblos oprimidos."4 Pero para Trotsky la obra de Emiliano Zapata, no podría ser concluida más que por la conquista del poder por la clase obrera acaudillando a las masas campesinas: "En este sentido, durante el curso de la lucha por las tareas demoráticas, oponemos el proletariado a la burguesía. La independencia del proletariado, incluso en el comienzo de este movimiento, es absolutamente necesaria, y oponemos particularmente el proletariado a la burguesía en la cuestión agraria, porque la clase que gobernará, en México como en todo los demás países latinoamericanos, será la que tendrá con ella a los campesinos. Si los campesinos continúan apoyando a la burguesía como en la actualidad, entonces existirá ese tipo de estado semi bonapartista, semi democrático, que existe hoy en todos los países de América Latina, con tendencias hacia las masas."5 Esta posición, sin embargo, no le impedía a Trotsky discernir entre el carácter que podían asumir los "frentes populares" (y Trotsky decía que el PRM-antecesor del PRI mexicano-, el APRA peruano o el Kuomintang chino era "el frente popular bajo la forma de partido"6) en los países semicoloniales, que en ciertas circunstancias se podían ver obligados a tomar medidas de enfrentamiento con el imperialismo (como la nacionalización del petróleo realizada por Cárdenas) a las que había que defender. "Pero -señala Trotsky- esta diferencia histórica de apreciación y esta diferencia de actitud, no son permitidos más que a condición de que nuestra organización no participe en el APRA, en el Kuomintang o el PRM y que conserve una libertad de acción y de crítica absoluta", sosteniendo a su vez la incapacidad intrínseca de estas burguesías y gobiernos de resolver las tareas democráticas hasta el final, tarea que bajo el dominio del imperialismo sólo puede ser llevada por la clase obrera acaudillando a las masas campesinas, y bajo la dirección de su vanguardia organizada en partido revolucionario. En particular Trotsky asume la defensa de las expropiaciones de las compañías petroleras británicas en México: "La expropiación del petróleo no es ni socialista ni comunista. Es una medida de defensa nacional altamente progresista. (...) Sin renunciar a su propia identidad, todas las organizaciones honestas de la clase obrera del mundo entero, y especialmente de Gran Bretaña, tienen el deber de asumir una posición irreconciliable contra los ladrones imperialistas, su diplomacia, su prensa y sus áulicos fascistas. La causa de México, como la causa de España, como la causa de China, es la causa de la clase obrera internacional. La lucha por el petróleo mexicano es sólo una de las escaramuzas de vanguardia de las futuras batallas entre los opresores y oprimidos."7 Se enfrentaba así al imperialismo británico y a todos aquellos que las cuestionaban con el argumento de que Gran Bretaña estaba en el bando de las "democracias" y que no había que "perjudicar la lucha contra el fascismo", como era el caso del gobierno del Frente Popular francés8. La caracterización y la actitud política de Trotsky frente a fenómenos como el cardenismo se distinguió claramente de la de los stalinistas que, según las conveniencias del Kremlim, pasaban de la más completa subordinación política a los mismos a caracterizarlos como "fascistas"9 si atentaban contra los intereses de alguno de los imperialismos con los que Stalin se hallaba en connivencia (recordemos la activa participación del Partido Comunista Argentino junto al embajador norteamericano Braden y la más rancia oligarquía en la conformación de la Unión Democrática en 1946 en nombre del combate contra el "nazi-peronismo"). Otro logro teórico no menos importante que registra Trotsky en estos años son sus elaboraciones sobre los sindicatos que se vieron enormemente enriquecidas por el análisis directo de la estatización de los sindicatos del régimen cardenista, elaboraciones que serían luego completadas en el trabajo Los sindicatos en la época imperialista que también se incluye en este volumen.
Clave 
La herramienta principal con la que contó Trotsky para intervenir sobre la realidad mexicana y latinoamericana fue la revista Clave. De la misma en vida de Trotsky se editaron dieciocho números, divididos en dos épocas de nueve cada una, algunos de los cuáles fueron números dobles, de octubre de 1938 a junio de 1939 y entre septiembre de 1939 y mayo de 1940. Clave era no sólo el órgano teórico-político a través del cual se expresaban las secciones latinoamericanas de la IV Internacional, sino que contaba con la participación de intelectuales y personalidades que simpatizaban con las ideas de Trotsky. En colaboración permanente con Trotsky, Octavio Fernández (el trotskista mexicano con quien Trotsky estableció una relación más estrecha) aparece como director de la revista, y entre los habitués del equipo de redacción estaban Diego Rivera (hasta su ruptura con Trotsky), Jean Van Heijenoort, Grandizo Munis, Adolfo Zamora y José Ferrel. Colaboradores más esporádicos fueron André Breton, George Novack, Francisco Zamora, el pintor mexicano Juan O’Gorman, el escritor argentino residente en Chile Samuel Glusberg ("Enrique Espinoza") y el argentino Liborio Justo.
Bajo su firma directa, sin firma, con seudónimo o como colaborador estrecho en artículos realizados por Diego Rivera u Octavio Fernández, Trotsky fue responsable de las principales elaboraciones aparecidas en la revista, en las que desde el marxismo revolucionario se tocaban temas, junto a los de la política mexicana y latinoamericana, que hacían a los principales eventos políticos mundiales (especialmente el destino de la Unión Soviética bajo el dominio del stalinismo y la Segunda Guerra Mundial) y se exploraban otros temas teóricos de vanguardia.10 Unos pocos artículos originarios de Clave figuran en la edición norteamericana de los Writings realizada por Pathfinder Press y en su traducción al español realizada por Editorial Pluma en la segunda mitad de los años ’70. Otros más están en la edición en francés de las Oeuvres encarada por el Instituto León Trotsky de Francia bajo la dirección de Pierre Broué. Aquí presentamos varios artículos que hemos seleccionado de distintos números de Clave. Algunos de ellos, aunque figuran originalmente sin firma llevan el sello de Trotsky, ya sea que los redactara directamente o que fuera producto de la discusión con alguno de sus colaboradores estrechos.11 En este libro se publican también artículos de Clave escritos por otros autores en esos tiempos cercanos a Trotsky, que colaboraban habitual u ocasionalmente con la revista, que creemos serán igualmente atractivos para el lector.12
Lombardo Toledano y el PCM: Las dos cabezas del stalinismo mexicano 
Desde su llegada a México Trotsky tuvo que enfrentar no sólo la hostilidad de los reaccionarios de derecha sino fundamentalmente de las "dos cabezas" del stalinismo mexicano: el Partido Comunista Mexicano y Lombardo Toledano, dirigente de la Central de Trabajadores de México y cabeza de la campaña por la expulsión de Trotsky del país. Toledano, que durante muchos años había estado enfrentado al PCM por cuestiones de política local, se unió a éste en su campaña de calumnias, buscando con sus ataques permanentes crear las condiciones políticas locales que hicieran factible su asesinato. Para llevar finalmente a cabo el asesinato de Trotsky (que tuvo un primer antecedente en el fallido atentado encabezado por el pintor stalinista David Alfaro Siqueiros en mayo de 1940) fue necesario incluso realizar una "purga" en el PCM, al que los enviados de la GPU señalaban como "displicente" frente a la necesidad de pasar a la "acción directa" contra Trotsky. Entre estos siniestros personajes encargados de llevar adelante el asesinato del compañero de Lenín en la revolución de Octubre, vale destacar la presencia de quienes fueran importantes figuras en los PC’s mexicano y argentino respectivamente: Vittorio Vidali ("Contreras") y Vittorio Codovilla. Clave siguió pormenorizadamente los movimientos que se iban dando en el stalinismo mexicano, así como los giros de la relación entre el PCM y Lombardo Toledano. En esta compilación están incluidos algunos de los trabajos centrales en los que se realizan dichos análisis.
Trotsky y el trotskismo mexicano 
Durante su estancia en México Trotsky mantuvo una relación conflictiva con el grupo trotskista mexicano, la Liga Comunista Internacionalista. En particular las disidencias se manifestaron con la política sectaria y aventurera impulsada por Luciano Galicia, quien lanzó una campaña por la "acción directa" contra el gobierno de Cárdenas en momentos en que la situación económica empeoraba debido al boicot que los imperialistas realizaban al petróleo mexicano. Trotsky sacó una carta de ruptura con la sección y sugirió a la Conferencia Panamericana primero y al Congreso de fundación de la IV Internacional después, que se declarase que no había ninguna sección en México y se procediese inmediatamente a su reorganización, para lo cual se destacó una comisión especial de alto nivel dirigente y, luego, se encomendó tal tarea al norteamericano Charles Curtiss. Finalmente la LCI fue reconstruida a principios de 1939, poco después cambiando su nombre por el de Partido Obrero Internacionalista, Sección Mexicana de la IVInternacional.13 La influencia real que llegó a ejercer Trotsky en la vida política mexicana de entonces no puede medirse por el número de sus partidarios organizados. Cuestiones vinculadas a Trotsky pueblan frecuentemente las páginas de los periódicos mexicanos de entonces. Y, mucho más importante que esto, pese a la furibunda campaña de los stalinistas, puede decirse que el pueblo mexicano sentía verdadero orgullo por albergar al gran revolucionario ruso: basten recordar los alrededor de 250.000 obreros y campesinos que acompañaron su cortejo fúnebre luego de su asesinato a manos del sicario de Stalin, Ramón Mercader; una manifestación de masas comparable a las realizadas en apoyo a Cárdenas por la nacionalización del petróleo.
La actualidad del legado de Trotsky 
La publicación de estos Escritos Latinoamericanos de Trotsky no está realizada con un interés académico. Lo hacemos reivindicando su legado revolucionario, al fin de este año en el que se cumplen sesenta años de la fundación de la IV Internacional. El Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones "León Trotsky" de Argentina, responsable de esta publicación, espera así aportar a la tarea para la que se puso en marcha: la difusión de la obra y el pensamiento de Trotsky. Aunque escritos hace alrededor de sesenta años, muchos de los problemas políticos tocados en este libro mantienen enorme actualidad. En momentos en que la opresión imperialista sobre nuestros pueblos no ha hecho más que multiplicarse, la perspectiva de la revolución permanente mantiene toda su vigencia si es que aspiramos a un futuro en el que no sean las crecientes miserias actuales las que se repitan día a día. En este más de medio siglo las burguesías nacionales se mostraron completamente incapaces de liberar a nuestros países de las cadenas de la dominación imperialista. Los otrora fuertes movimientos nacionalistas de las burguesías de la región han terminado encabezando algunos de los gobiernos más proimperialistas de la historia: es el destino no sólo del PRI mexicano sino del APRA peruano, del Movimiento Nacionalista Revolucionario de Bolivia o del peronismo en Argentina. Pese al desarrollo industrial acontecido en varios países, la cuestión agraria continúa siendo un punto nodal para el desenvolvimiento revolucionario en nuestros países, poniendo la cuestión de la "alianza obrera y campesina" y de la hegemonía revolucionaria del proletariado en la misma en el centro de los problemas a resolver para lograr el derrocamiento revolucionario de la burguesía y de la dominación imperialista. En los últimos años hemos tenido nuevas muestras tanto del potencial revolucionario de la lucha campesina (campesinos de Chiapas y otros estados del sur mexicano, "cocaleros" en Bolivia, "sin tierra" en Brasil, campesinos indígenas en Ecuador, etc.) como de los enormes límites que les imponen las direcciones campesinas, que las encaminan tras una estrategia limitada de reformas, de colaboración de clases y mera presión sobre el estado burgués semicolonial. A poco de fin de siglo, el papel dirigente en la revolución latinoamericana no puede caberle a otra clase social más que al proletariado, bajo la dirección de un partido revolucionario de la clase trabajadora, el que es necesario poner en pie como parte de la pelea por reconstruir el Partido Mundial de la Revolución Social, la IV Internacional. Cuando el imperialismo norteamericano quiere consolidar el dominio indiscutido de sus transnacionales desde Alaska a Tierra del Fuego, donde el desarrollo de mercados regionales como el NAFTA o el Mercosur no son más que instrumentos para el saqueo de nuestros pueblos por parte de éstas (y en el segundo caso también de los monopolios de los imperialismos europeos y japonés), la perspectiva de los Estados Unidos Socialistas de América Latina tiene un rol clave que jugar para unir la lucha de los obreros y campesinos latinoamericanos. Confrontadas con los llorosos llamados a "humanizar el capitalismo" de los políticos burgueses latinoamericanos, estas "viejas" ideas cobran una enorme actualidad a la hora de pensar en un futuro sin explotación ni opresión para los trabajadores y campesinos de nuestra región y del mundo. En los años por venir seguramente no faltarán ocasiones para que éstas puedan transformarse en fuerza material. La fuerza de las ideas de Trotsky residen en que están formuladas desde un profundo internacionalismo. Lejos tanto del chovinismo que caracterizó la práctica del reformismo socialdemócrata y de los partidos comunistas de los países imperialistas como de las concepciones "tercermundistas" comunes a tantas corrientes políticas, la perspectiva dejada por Trotsky es la de la interrelación entre la lucha del proletariado de los países imperialistas con la lucha de los obreros y campesinos de los pueblos coloniales y semicoloniales contra su enemigo común: el sistema imperialista mundial. Como sostiene el Manifiesto de Emergencia de la IV Internacional de mayo de 1940: "Tan sólo bajo una dirección revolucionaria podrá el proletariado de las colonias y semicolonias entrar en invencible colaboración con el proletariado de las metrópolis y la clase obrera del mundo entero. Sólo una colaboración similar puede llevar a los pueblos oprimidos a su emancipación completa y definitiva, aniquilando el imperialismo en el mundo entero. Una victoria del proletariado internacional librará a los pueblos coloniales del penoso esfuerzo de un desarrollo capitalista, al abrirles la posibilidad de avanzar hacia el socialismo junto con el proletariado de los países avanzados. La perspectiva de la revolución permanente en modo alguno significa que los países atrasados hayan de esperar la señal de avance hasta que se la den los más avanzados o que los pueblos coloniales hayan de esperar pacientemente a que el proletariado de las metrópolis los libere. Ayúdate y Dios te ayudará. Los trabajadores deben desarrollar la lucha revolucionaria en todos los países, coloniales e imperialistas, en que aparezcan condiciones favorables, dando ejemplo a los trabajadores de otros países. Tan sólo la iniciativa y la actividad, la resolución y la audacia pueden convertir en realidad la consigna: 'Proletarios del mundo entero, uníos!'". Esperamos con la publicación de estos trabajos aportar modestamente a moldear las ideas que permitan avanzar en tal dirección.
Buenos Aires, diciembre de 1998

martes, 12 de noviembre de 2013

El asesinato de León Trotsky


Esteban Volkov. Ciudad de México, agosto de 1999

Publicado en Panorama Internacional (www.ft.org.ar). Esteban (Vsevolod) Volkov es nieto de León Trotsky y miembro de la Casa- Museo León Trotsky en Coyoacán, Ciudad de México (http://mx.geocities.com/museotrotsky). El artículo fue escrito en agosto de 1999. Esta es una traducción de Guillermo Cruz de la versión publicada en In defense of Marxism.
Han pasado 59 años desde esa tarde caliente del 20 de agosto de 1940 en una vieja casa rodeada por árboles frondosos y cactus en un suburbio pacífico de Coyoacán, en la capital de México. Lev Davidovich Bronstein, mejor conocido como León Trotsky, marxista revolucionario y, junto a Lenin, uno de los líderes más descollantes de la revolución de 1905 y la revolución de Octubre en Rusia, cayó víctima de un asesinato expresamente ordenado por José Stalin.
En esa tarde del 20 de agosto, un asesino profesional de la siniestra GPU o NKVD, la cual la mera mención de sus iniciales hacía temblar a cualquier ciudadano soviético, llevó a cabo un plan pérfido y traicionero que había sido cuidadosamente desarrollado. Bajo el pretexto de corregir un artículo, el asesino logró acceder al estudio del creador del Ejército Rojo. Cuando los dos hombres estuvieron solos, el asesino lo atacó por la espalda, blandiendo un picahielo de acero afilado con un mango corto, utilizado por los montañistas. En unos segundos, fue destruido el cerebro de uno de los luchadores más brillantes por la causa del socialismo.
Con el asesinato de León Trotsky - ese enemigo implacable de la burocracia que había usurpado el poder de las manos del proletariado revolucionario - se completó el exterminio contrarrevolucionario llevado a cabo por Stalin de una larga lista de líderes y participantes de la revolución de Octubre. Así, Stalin fue confirmado como el enterrador de la revolución bolchevique - un título que su víctima ya le había concedido mucho antes.
A mí me parece como si aquella tarde sangrienta y trágica del 20 de agosto hubiese ocurrido ayer. Yo era un joven de 14 años, Vsevolod (Seva) Esteban Volkov, nieto de Trotsky por parte de mi madre. Había llegado a México sólo un año antes después de un período viviendo con los Rosmers, esos amigos íntimos de Natalia y Lev Davidovich. Me dieron una habitación al lado de la de mis abuelos, y ya había probado el sabor de la pólvora y el calor de una bala rozando mi pie derecho durante el primer ataque contra la familia llevado a cabo por el pintor stalinista Alfaro Siqueiros y sus pistoleros en las primeras horas del 24 de mayo de 1940.
Casi tres meses después, estaba volviendo alegremente a casa desde la escuela, caminando por la calle Viena, al final de la cual se econtraba la vieja casa. De repente, noté algo raro a la distancia: un automóvil evidentemente mal estacionado se conducía irregularmente por la polvorienta calle y varios policías de uniforme azul marino y boinas militares parecían estar parados en la entrada de la casa. Semejante perturbación era algo inusual. Una afilada punzada de angustia me cruzó el pecho cuando tuve un presentimiento de que algo horrible había pasado en la casa y que esta vez no íbamos a tener tanta suerte.
Instintivamente aceleré mi paso, atravesando rápidamente la verja que estaba abierta, corriendo hacia el jardín, donde tropecé con un camarada norteamericano, Harold Robins, uno de los secretarios y guardaespaldas de mi abuelo. Estaba muy agitado, con un revólver en su mano, y sólo pudo gritarme con una voz desesperada: "¡Jackson! Jackson!"
En ese instante no pude entender el significado de su apresurada exclamación. ¿Qué tenía que ver con lo que estaba ocurriendo el marido o novio de la trotskista norteamericana Sylvia Ageloff y amigo de los Rosmers y los guardias? Pero mientras atravesaba el jardín hacia la casa, me crucé con un hombre con su cara cubierta en sangre a quien no reconocí inmediatamente, retirado por dos policías. El hombre quien yo supuse debía ser el Jackson al que se refería Harold, estaba haciendo mucho ruido, quejándose y sollozando, lo que se transformaba en una especie de aullido. Este hombre era realmente desagradable.
Cuando entré a la biblioteca y miré por la puerta entreabierta del comedor, entendí inmediatamente la magnitud de la tragedia. Mi abuelo yacía en el suelo con una herida en la cabeza, en un charco de sangre, con Natalia y un grupo de camaradas a su alrededor, aplicando hielo a la herida para cortar el flujo de sangre.
Entonces, Jackson - el marido generoso y atento de la camarada trotskista Sylvia Ageloff, el hombre que llevó a los Rosmers en su automóvil a Veracruz cuando regresaron a Europa, y que entretuvo a algunos de los guardias en buenos restaurantes del centro de la Ciudad de México, el hombre que mostraba una indiferencia total hacia la política, y que alegaba tener una madre belga adinerada que siempre cuidaba de su bienestar material, y un jefe en otro país que le pagaba jugosas comisiones por sus tratos comerciales - no era más que un agente vulgar de la siniestra GPU que se había introducido en la vida del líder revolucionario.
Él pertenecía a ese ejército de asesinos y torturadores que ejercían su reino de terror sobre el pueblo ruso. Eran las tropas de choque de la contrarrevolución, el pilar principal de la dictadura de Stalin y su burocracia. Disponían de recursos ilimitados derivados de la riqueza extraída de la clase obrera soviética por la burocracia. Eran la élite de la élite y los favoritos mimados del dictador.
"¡Mi madre está en sus manos! ¡Ellos me obligaron a hacerlo"! dijo Jackson bruscamente entre lloriqueos y quejas, mientras los guardaespaldas, alertados por los primeros gritos ensordecedores del "Viejo", corrieron a la escena del crimen y se abalanzaron y golpearon al asesino. "¡Jackson!" dijo Lev Davidovich, mientras se aferraba al marco de la puerta de su oficina, cubierto en sangre y señalando el agresor a Natalia, quien llegó corriendo. Era como si estuviera intentando decir: aquí está, el ataque de Stalin que estábamos esperando. Con gestos dificultosos, intentó señalar el estudio, "¡no lo maten - él debe hablar!" logró decir mientras yacía en el suelo del comedor a aquellos que lo rodeaban. Y tenía razón. Ésta era la mejor manera de echar luz sobre el carácter del crimen.
Ahora ya no hay ningún secreto. La conspiración procedió por etapas: Stalin, Beria, Leonid Eitingon, su amante Caridad Mercader y su hijo, el catalán Ramón Mercader (alias Jackson) eran las personas que asesinaron al fundador del Ejército Rojo y el camarada de armas de Lenin.
"¡Nos han dado otro día de vida, Natasha!" solía exclamar alegremente Lev Davidovich a su compañera inseparable Natalia Sedova todas las mañanas, cuando la luz del día se introducía por la oscurecida alcoba - el mismo lugar donde habían escapado milagrosamente con sus vidas en la noche del 24 de mayo, cuando la casa fue ametrallada por Siqueiros y otros veinte atacantes. ¡Pero la tregua fue breve! "Morir no es un problema cuando un hombre ha cumplido su misión histórica," le dijo Trotsky una vez a un grupo de camaradas jóvenes.
León Trotsky no era la clase de hombre que muere apaciblemente envejeciendo en su cama. Cayó en la primera línea de la lucha por el verdadero socialismo - el socialismo que fue concebido por Marx, Engels, Lenin y el propio Trotsky. Ésta es la manera en la que los héroes de la revolución proletaria dan sus vidas - con una bandera roja en una mano y un rifle de combate en la otra. Él dejó esta vida con la serenidad inmutable del que ha cumplido con su deber y ha logrado su misión histórica.
Codo a codo con Lenin, le aportó una base ideológica marxista tanto a la revolución derrotada de 1905 y la revolución victoriosa de Octubre de 1917. En esta última, la intervención de Trotsky fue decisiva. Para remover cualquier duda o remanente de la falsificación stalinista, reproducimos los comentarios del experto militar suizo, Comandante E. Léderray,: "El Ejército Rojo, creado y dirigido por León Trotsky, fue un factor clave en el triunfo de la revolución bolchevique". En dos ocasiones fue elegido presidente del Soviet de Petrogrado, en 1905 y 1917. También fue nombrado Ministro de Asuntos Extranjeros del estado soviético.
Pero las páginas que se grabarán para siempre en los anales de historia serán el último período de su vida: la lucha indomable y heroica que emprendió hasta su muerte, junto con un grupo pequeño de camaradas, contra una de las dictaduras más sanguinarias y bestiales conocidas por la humanidad, que se levantó sobre la usurpación y la traición de la primera revolución socialista en el mundo.
Inicialmente, desde 1923, Trotsky emprendió la lucha dentro del Partido Comunista de la Unión Soviética por medio de la Oposición de Izquierda, en un esfuerzo por re-dirigir al Partido del camino de la degeneración burocrática y el abandono del marxismo-leninismo, volviendo a las tradiciones de la revolución proletaria y de Octubre. Pero los ardientes discursos y declaraciones del organizador del Ejército Rojo cayeron en oídos sordos. El Partido ya había sido infiltrado completamente por las criaturas de Stalin. El humor prevaleciente era el carrerismo y la persecución de ambiciones personales, o el miedo hacia el dictador naciente.
En 1927, Trotsky fue expulsado del Partido y deportado a Alma-Ata. La Oposición de Izquierda prácticamente dejó de funcionar. En 1929 fue expulsado de Rusia. Empezando por Turquía, comenzó su largo viaje a través de lo que él mismo llamó el "planeta sin visado". Después fue a Francia, Noruega, y finalmente México. Él era totalmente consciente de que sus días estaban contados. Desde el comienzo de su exilio, acompañado por su esposa Natalia y su hijo León Sedov, y con la ayuda de colaboradores fieles, Trotsky utilizó cada minuto de su existencia para mantener encendido el faro del pensamiento marxista revolucionario y denunciar ante la opinión pública internacional y las masas trabajadoras todos los crímenes y traiciones del stalinismo.
Después de la derrota terrible de la clase obrera alemana y el triunfo del fascismo y el ascenso de Hitler al poder como resultado de las capitulaciones, traiciones y errores del Partido Comunista alemán y la Tercera Internacional stalinizada, que Trotsky caracterizó como un "cadáver descompuesto", concluyó que el esfuerzo por regenerarla era una causa perdida, y desde ese momento se dedicó a lo que consideró que era la tarea más importante de su vida - la creación de una nueva vanguardia revolucionaria en la forma de la Cuarta Internacional, la cual logró fundar sólo dos años antes de su asesinato por Stalin.
Marx y Engels llevaron a cabo un estudio exhaustivo y magistral de la sociedad capitalista que Lenin desarrolló en su análisis sobre la fase imperialista del capitalismo. Trotsky también, siguiendo el método marxista, hizo un análisis magistral del período de transición que sigue al derrocamiento del capitalismo. Él explicó cómo el stalinismo surgió como contrarrevolución política, en la forma de un bonapartismo burocrático en el Unión Soviética. Sus análisis y definiciones en La Revolución Traicionada - un trabajo escrito hace más de 60 años - son sumamente rigurosos y totalmente válidos hoy. Aquí tenemos una descripción de una sociedad en transición - ni capitalismo ni socialismo - bajo la dominación de una casta de usurpadores burocráticos.
Semejante formación social no tenía ningún papel funcional en la producción, ni podría tener alguna significación permanente, y así, por sí misma, no se elevó a la categoría de una clase en el sentido marxista de la palabra. Sólo podía mantenerse en el poder por medio de la falsificación de la historia y a través del terror. El resultado final era la restauración del capitalismo en Rusia. Trotsky abogó urgentemente por una revolución política en Rusia, en la que la clase obrera reconquistara el poder que le había usurpado la burocracia, salvando todo lo que sobreviviera de las conquistas de Octubre, y reconstruyendo la base para el socialismo genuino, basado en la democracia obrera con soviets genuinos, la abolición del gobierno unipartidista y la introducción del control democrático y la dirección de la economía planificada por parte de los trabajadores.
Hasta el momento, esto no se ha llevado a cabo, como resultado de la inercia política de la clase obrera rusa después de 70 años de sofocante dictadura burocrática. Según el historiador Volkogonov, la publicación de La Revolución Traicionada en 1936 (fue traducida inmediatamente al ruso para Stalin) llevó a una aceleración de los planes para asesinar a Trotsky desde diciembre de ese año. Volkogonov - quien tuvo acceso a los archivos de la KGB - afirma que Stalin siempre tuvo miedo de Trotsky. De manera que la publicación de su biografía de Stalin, que estaba en preparación en 1939-40, no pudo haber hecho mucho para calmar la furia asesina del amo del Kremlin. Contrariamente a lo que uno pudiera pensar, Trotsky escribió este libro sin mucho entusiasmo, producto de la necesidad económica, a pedido de un editor norteamericano, dejando a un lado una biografía de Lenin, un trabajo que le interesaba mucho más.
La contribución de Trotsky al arsenal del movimiento obreros es inmensa: teoría marxista, polémicas, trabajos históricos, autobiografía, para nombrar sólo las principales. El Profesor inglés Sinclair ha publicado un índice bibliográfico de más de 400 páginas que contiene sólo la lista de los títulos recogidos por él. Como lo expresó Ernest Mandel, quien falleció recientemente: "Trotsky pasará a la historia como el estratega más importante del movimiento socialista."
En su lucha tenaz e ininterrumpida contra la dictadura burocrática stalinista, que lo convirtió en el revolucionario más calumniado y perseguido del mundo, hay una cosa que resalta por su importancia histórica: el contraproceso que organizó en respuesta a las purgas de Stalin. Después de su breve período de destierro en Escandinavia, que se convirtió en seis meses de silencio forzado y arresto domiciliario impuesto por el gobierno "socialista" de Noruega, a insistencia de Stalin, Trotsky finalmente se dirigió a México. Habiéndole sido concedido el asilo por parte del presidente mexicano, el Gral. Lázaro Cárdenas, inmediatamente después de su llegada en enero de 1937, Trotsky se puso a trabajar. Ahora tenía libertad completa para preparar su defensa, y también la de su hijo, León Sedov y todos los otros revolucionarios falsamente acusados en la farsa sangrienta de los Juicios de Moscú. Por estos medios, Stalin y su pandilla del Kremlin buscaban encontrar una coartada legal para justificar el exterminio de todos aquellos que podían dar un testimonio viviente de las tradiciones de Octubre.
A sugerencia de Trotsky, se formó una comisión investigando, presidida por célebre filósofo y educacionista norteamericano, John Dewey, y compuesta por personas de una integridad absoluta, sin conexión con el acusado. Trotsky anunció su disposición de entregarse a los verdugos de la GPU si se probara así fuera uno de los cargos. Su objetivo al organizar este contraproceso no era sólo salvar su honor y reputación como revolucionario y denunciar antes la humanidad y ante la historia los crímenes del stalinismo, sino también dificultarle a Stalin y la burocracia llevar acometer más juicios y exterminios. Después de 13 días de agotadoras sesiones, con la presentación de 18 imputaciones y respuestas firmes, la comisión entregó un veredicto de "No culpable", y caracterizó a los Juicios de Moscú como la falsificación más monstruosa de toda la historia.
La brillante carrera revolucionaria de León Trotsky - preparando la revolución y llevándolo a cabo; defendiéndola después contra sus enemigos y usurpadores - se basó en todo momento en el marxismo y proporciona una prueba irrefutable de su vitalidad y veracidad hasta el día de hoy. La precisión de su análisis fue luego subrayada por el derrumbamiento de los régimenes stalinistas y neo-stalinistas que Trotsky predijo con una confianza inconmovible hasta el final. Su vida heroica sigue siendo una fuente de inspiración y un gran ejemplo para todos los revolucionarios.