Manifiesto de la IV Internacional sobre la guerra imperialista y la revolución proletaria mundial. Mayo de 1940.
Manifiesto de la Cuarta Internacional sobre la guerra imperialista y la revolución proletaria mundial
La Conferencia de Emergencia de la Cuarta Internacional, el partido
mundial de la revolución socialista, se reúne en el momento inicial de
la segunda guerra imperialista. Atrás quedó ya la etapa de intentos de
aperturas, de preparativos, de relativa inactividad militar. Alemania
desató las furias del infierno en una ofensiva general a la que los
aliados responden igualmente con todas las fuerzas destructivas de que
disponen. De ahora en adelante y por mucho tiempo el curso de la guerra
imperialista y sus consecuencias económicas y políticas determinarán la
situación de Europa y la de toda la humanidad.
La Cuarta Internacional considera que éste es el momento de decir
abierta y claramente cómo ve esta guerra y a sus protagonistas, cómo
caracteriza la política respecto a la guerra de las distintas
organizaciones laborales y, lo más importante, cuál es el camino para
lograr la paz, la libertad y la abundancia.
La Cuarta Internacional no se dirige a los gobiernos que arrastraron a
los pueblos a la matanza, ni a los políticos burgueses responsables de
estos gobiernos, ni a la burocracia sindical que apoya a la burguesía
belicista.
La Cuarta Internacional se dirige a los trabajadores y las trabajadoras,
a los soldados y los marineros, a los campesinos arruinados y a los
pueblos coloniales esclavizados. La Cuarta Internacional no tiene
ninguna ligazón con los opresores, los explotadores, los imperialistas.
Es el partido mundial de los trabajadores, los oprimidos y los
explotados. Este manifiesto está dirigido a ellos.
Las causas generales de la guerra actual
La tecnología es hoy infinitamente más poderosa que a fines de la guerra
de 1914 a 1918, mientras que la humanidad es mucho más pobre. Descendió
el nivel de vida en un país tras otro. En los umbrales de la guerra
actual la situación de la agricultura era peor que cuando estalló la
guerra anterior.
Los países agrícolas están arruinados. En los países industriales las
clases medias caen en la ruina económica y se formó una subclase
permanente de desempleados, los modernos parias. El mercado interno ha
estrechado sus límites. Se redujo la exportación de capitales. El
imperialismo realmente destrozó el mercado mundial, dividiéndolo en
sectores dominados individualmente por países poderosos. Pese al
considerable incremento de la población del planeta, el intercambio
comercial de ciento nueve países del mundo decayó casi en una cuarta
parte durante la década anterior a la guerra actual. En algunos países
el comercio exterior se redujo a la mitad, a la tercera o a la cuarta
parte.
Los países coloniales sufren sus propias crisis internas y las de los
centros metropolitanos. Naciones atrasadas que ayer todavía eran
semilibres hoy están esclavizadas (Abisinia, Albania, China…)
Todos los países imperialistas necesitan poseer fuentes de materias
primas sobre todo pasa la guerra, es decir, para una nueva lucha por las
materias primas. A fin de enriquecerse posteriormente, los capitalistas
están destruyendo y asolando el producto del trabajo de siglos enteros.
El mundo capitalista decadente está superpoblado. La admisión de cien
refugiados extras constituye un problema grave para una potencia mundial
como Estados Unidos. En la era de la aviación, el teléfono, el
telégrafo, la radio y la televisión, los pasaportes y las visas
paralizar el traslado de uno a otro país. La época de la decadencia del
comercio exterior e interior es al mismo tiempo la de la intensificación
monstruosa del chovinismo, especialmente del antisemitismo.
El capitalismo, cuando surgió, sacó al pueblo judío del guetto y lo
utilizó como instrumento de su expansión comercial. Hoy la sociedad
capitalista en decadencia trata de expulsar por todos sus poros al
pueblo judío; ¡entre dos mil millones de personas que habitan el globo,
diecisiete millones, es decir menos del uno por ciento, ya no pueden
encontrar un lugar donde vivir! Entre las vastas extensiones de tierras y
las maravillas de la tecnología, que además de la tierra conquistó los
cielos para el hombre, la burguesía logró convertir nuestro planeta en
una sucia prisión.
[...]
El Manifiesto termina con estas palabras:
¡Esta no es nuestra guerra!
Al mismo tiempo, no nos olvidamos ni por un momento de que
esta guerra no es nuestra guerra. A diferencia de la Segunda y la Tercera
Internacional, la Cuarta Internacional no construye su política en función de
los avatares militares de los estados capitalistas sino de la transformación de
la guerra imperialista en una guerra de los obreros contra los capitalistas,
del derrocamiento de la clase dominante en todos los países, de la revolución
socialista mundial. Los cambios que se producen en el frente, la destrucción de
los capitales nacionales, la ocupación de territorios, la caída de algunos
estados, desde este punto de vista sólo constituyen trágicos episodios en el
camino a la reconstrucción de la sociedad moderna.
Independientemente del curso de la guerra, cumplimos nuestro
objetivo básico: explicamos a los obreros que sus intereses son
irreconciliables con los del capitalismo sediento de sangre; movilizamos a los
trabajadores contra el imperialismo; propagandizamos la unidad de los obreros
de todos los países beligerantes y neutrales; llamamos a la fraternización
entre obreros y soldados dentro de cada país y entre los soldados que están en
lados opuestos de las trincheras en el campo de batalla; movilizamos a las
mujeres y los jóvenes contra la guerra; preparamos constante, persistente e
incansablemente la revolución en las fábricas, los molinos, las aldeas, los
cuarteles, el frente y la flota.
Este es nuestro programa. ¡Proletarios del mundo, no hay
otra salida que la de unirse bajo el estandarte de la Cuarta Internacional!
"Manifiesto de emergencia". Aprobado por la Conferencia Extraordinaria celebrada del 19 al 26 de mayo de 1940, en Nueva York. Escritos León Trotsky, Libro 6. 1938-40. CEIP