jueves, 3 de septiembre de 2020

 

La situación política, la clase trabajadora y el plebiscito.

La situación política se caracteriza por tendencias contradictorias; por una lado la burguesía pretende que derive hacia un proceso de reacción democrática y la clase trabajadora mantiene las aspiraciones de consolidar una revolución democrática.

Esta contradicción evidente a dividido al mundo político en tres bandos; las fuerzas de la burguesía y la pequeña burguesía (UDI hasta el PC) se han focalizado en torno al plebiscito. Por su parte, la clase trabajadora se resiste a caer en el reduccionismo político del evento electoral, ya que entiende que el proceso es mucho más complejo. Pero al estar sin dirección se disgrega, zigzaguea y adopta una posición dubitativa.

El otro sector, es el que pretende elevarse en la dirección de la clase trabajadora, que acostumbrado a la oposición irrestricta, le cuesta generar una política independiente. Por lo que adopta una posición contradictoria y confusa. No es la primera vez, ni será la última, debido al seguidismo político plagado de principismo mal entendido.

Pero, ¿Cómo la clase trabajadora y revolucionaria puede adoptar una posición política?. Esta debe estar fruto de un análisis previo y una caracterización política clara y precisa. Ya que si no es así, se cae en el seguidismo periodístico del posicionamiento por las encuestas o lo que es peor, el efectismo sentimentalista, cargado de voluntarismo.

Debido a lo anterior, debemos precisar las características de la situación política. Chile tiene un régimen y un gobierno en crisis producto de un agotamiento progresivo del neoliberalismo que da cuenta de una pronunciada baja tendencial de la tasa de ganancia, que no ha permitido la recuperación económica desde la última crisis del 2008 a nivel mundial. La pandemia sólo viene ha agravar la situación, pero no es la causa basal.

Esto proyectado en el régimen político democrático burgués, permitió un debilitamiento progresivo del rol bonapartista del presidencialismo que tuvo por 30 años. Pero este debilitamiento se explica del punto de vista político, en la fuerte pugna entre los sectores burgueses (pro norteamericano y pro chino) con el consiguiente reordenamiento político-social que significa una potencial definición.

Si ha este proceso se le une un estallido social que no ha sido aplastado y que vino a profundizar la crisis política, transformándola en una situación prerrevolucionaria, debido a que la clase trabajadora y las masas movilizadas no tiene una dirección política que las dirija, estamos en presencia de un complejo escenario. Por lo que cualquier posición que se adopte, debe tomar en cuenta el contexto y no sólo los objetivos políticos organizativos, tanto personales como colectivos.

Por tanto, la correlación de fuerza entre la clase burguesa y la clase trabajadora, tiene que darnos la suficiente claridad para poder visualizar la posición y el quehacer político ante el plebiscito. Mientras el gobierno y la oposición se esfuerzan en transformarlo en el hito “solucionador” de todos los problemas, por el otro otro lado, hay organizaciones políticas de izquierda, que levantan consignas confusas y contradictorias. Ejemplo es la política siguiente cargada de voluntarismo.

Plebiscito Voto 1 Voto 2 Resultado probable Participar Aprobar Anular = Convención mixta

Para evitar lo anterior, veremos que significa responder la siguiente pregunta ¿Qué clase tiene la iniciativa?. En otras palabras, ¿qué clase social está imponiendo sus decisiones?

Sí se responde que es la burguesía, se debe constatar que ha triunfado la reacción democrática y por lo tanto, la movilización social (estallido en sus variadas formas) fue vencido y derivado al juego electoral.

Sí se responde que es la clase trabajadora, se debe entender que esta ha impuesto sus objetivos y que el plebiscito sólo es un hito más en el proceso de revolución democrática.

Alguien podría decir, que producto de la pandemia es difícil definirlo, y tendría toda la razón, pero difícil no significa imposible. Por lo que necesitamos más antecedentes.-

La Situación Política.-

Describamos la situación políticas, de forma somera para que nos permita una mayor claridad. Piñera como máximo representante de la burguesía, no obstante, los grandes esfuerzos para retomar la iniciativa no lo ha podido hacer. Está enclaustrado. Para poder lograr terminar su periodo presidencial llamó al gobierno a la UDI, pensando que podría retomar el rol de bonaparte.

Pero lo que sucedió fue que la UDI implementó una estrategia de copamiento del aparato ejecutivo para implementar una campaña electoral y presidencial anticipada, que le permitiera diferenciarse del gobierno y, a la vez, ahogar la posibilidades de los sectores más reaccionarios (léase Kast) para levantar candidato. Es así que Lavín ocupa la centro derecha, Matthei la derecha y Longueria, pretende posicionarse al centro, con su voto apruebo. Estrategia que podría ser acusada de atolondrada, pero no de ineficaz. La DC-PS-PPD-PRSD, el FA y PC han quedado enmudecidos por el accionar. Siendo empujados a una posición que no quieren adoptar, a saber, asimilar el apruebo con la salida de Piñera, si no lo hacen, estarán sentados en la misma mesa que Longueira y Lavín.

Pero no sólo ellos, sufrieron las consecuencias de la estrategia de copamiento, sino que también Piñera; por un lado, le permite mantenerse en el anonimato electoral, pero por otro, es prácticamente sepultado en el baúl de los recuerdos.

Pero todo esto le ha generado problemas tanto a la UDI como al gobierno. Curanilahue y el paro de la burguesía del transporte con toda su laya de desclasados, le han provocado un debilitamiento más profundo a Piñera, ya que entró en conflicto con sectores proclives a su visión ideológica. Demostrando toda su inoperancia e incapacidad, ha golpeado de pasada a la UDI, por sus magras habilidades políticas y la condescendencia hacía su creatura, que pretendía usar en contra de un desprestigiado parlamento.

Como señalamos en un documento anterior, Piñera levanta espejismos políticos que le sirvan para asirse de algo, pero tiene como resultado sólo acelerar un envión que lo hará caer con más fuerza. Sin duda, que lo que ha demostrado estas experiencias de cohabitación con la UDI, ha sido de dulce y de agraz para Piñera, no obstante, lograr desplazar el eje político del centro hacia el sur del país, al territorio mapuche, ayudado por la dialéctica de una derrota como fue la del 10% de la AFP, ya que el acuciante problema económico hoy continúa bajo el manto de una tranquilidad aparente de consumismo eventual.

Esto ha determinado como hemos dicho un desgaste acelerado a su fórmula Pérez-Bellolio, pero también la UDI ha desplazado la responsabilidad política a Piñera sin ningún filtro. Las declaraciones del dirigente de los camioneros presionado por su sector más intransigente tuvo que salir culpando a Piñera y no al parlamento, cuando comprendió que su rol no era más, que la de un títere, en la pugna política entre el ejecutivo y el parlamento. Por lo que ambos sectores, gobierno y camioneros llegaron ha un acuerdo económico magro y evaluando que la paralización contribuyó a ridiculizar aún ejecutivo de suyo debilitado.

Todo esto cuando la clase trabajadora vuelve, lenta y pausadamente a presionar al gobierno, por la situación económica deficitaria (la cesantía y su aumento inevitable, baja de sueldos e inestabilidad laboral, etc.) que comienza a vislumbrar tras el periodo post pago 10% de la AFP. Este proceso se extenderá hasta por lo menos la última semana de septiembre, pero enmarcado por una agudización creciente del problema del covid19.

Todo indica que este desconfinamiento acelerado que el gobierno a impulsado, tendrá como resultado, una vuelta al confinamiento y las restricciones, pero en un mes de por sí complejo, Octubre.

¿Una tormenta perfecta o una apuesta arriesgada?

Octubre se avizora con grandes potencialidades movilizadoras. Con el regreso a la realidad socio-económica (post consumo festivo); la campaña desatada del evento electoral en proceso; la conmemoración del 18 de octubre; el aumento acelerado del contagio por el desconfinamiento creciente, con la consiguiente cristalización y normalización desde el gobierno de los efectos del covi19 y la proyección en la población y; por último, el plebiscito, constituyen una verdadera “tormenta perfecta”.

Sin embargo, el gobierno lo sabe y está preocupado, pero su existencia por inercia o por sufrir el síndrome del “pato cojo”, ya ha asumido un rol de espectador por acción u omisión. Si hasta ahora, ha sido timorato en adoptar políticas que puedan activar movilización en la población, desde ahora pretenderá pasar desapercibido. Su mayor temor es que el apruebo conlleve su salida, por lo que no quiere identificarse con el rechazo.

Esta actitud pusilánime, describe de cuerpo entero, el estado político del régimen y del ejecutivo. El régimen ha optado, nuevamente a tolerar su desplazamiento a un lugar secundario, para no correr peligro y que se transforme en un agente dislocador de la “tranquilidad electoral”. Esto se nota en que la oposición vuelve a tener como objetivo político al Ministro del Interior, y se cuida en no atacar directamente a Piñera. Pero, no obstante, el ejecutivo y Piñera, especialmente, es para la UDI y la derecha un cadáver político, que ocupa su figura para descargar sus culpas.

Pero el más perjudicado ha sido RN, que no sólo debe cargar el cadáver Piñera, si no con el entierro. Cada día que pasa en el gobierno, le demuestra a la burguesía, que un militante de RN, no sirve para proteger sus intereses.

Todo esto para el gobierno, es una apuesta arriesgada, pero no es una apuesta a un hecho político para tomar la iniciativa, sino que sólo es para extender su existencia un día más. Lo que piensan los partidarios de Piñera, es que si logra terminar su mandato será un gran triunfo. Y Piñera lo sabe. Lo tiene muy presente, sabe que la burguesía ante un estallido 2.0, lo dejará caer.

Es por ello, que las masas en proceso de latencia constante, se sienten con la suficiente fuerza para poder activar la consigna ¡Fuera Piñera!. Todo el espectro político lo sabe y lo evita, porque no pretenden avalar un proceso que terminará desplazándolos a ellos también.

¡Fuera Piñera!

Con todo lo señalado de forma tan sintética, debemos respondernos, la pregunta, ¿Cual es la correlación de fuerzas?. Es decir, quién tiene la fuerza suficiente para imponer las exigencias. La burguesía por medio de su gobierno o la clase trabajadora por medio de la movilización.

Recordemos que la respuesta nos llevaría a lo señalado más arriba, a saber si avanza la reacción democrática o la revolución democrática.

La respuesta es, que a pesar que las masas de trabajadores, pobladores y estudiantes han estado confinadas en sus casas, la burguesía y su gobierno no han sido capaces de imponer sus políticas ni propinarle una derrota al movimiento de masas, por lo que la respuesta es un virtual empate.

Es decir, la crisis políticas que generó una situación prerrevolucionaria desde octubre de 2019, todavía está abierta. No se ha cerrado. Hoy las perspectivas políticas pueden derivar, tanto hacia la reacción democrática como para la revolución democrática.

Es por ello, que debemos identificar con claridad que significa cada uno de estos caminos que podría tomar la situación política nacional.

Hacía la reacción democrática.-

Si la burguesía y sus representantes (UDI al PC) logran cristalizar las expectativas de las masas hacia el plebiscito como instancia resolutoria de los conflictos sociales y las aspiraciones de la clase trabajadora, la reacción democrática habrá triunfado, derivando el proceso a una Convención Constituyente donde la burguesía impondrá sus más sagrados intereses; propiedad privada de los recursos naturales; debilitamiento del estado; la educación, salud y previsión en manos privadas, etc. Esta sería una profunda derrota, ya que no sólo la canalización hacia lo electoral se llevaría a cabo, sino que se instalaría la continuidad de Piñera en el poder como una defensa corporativa del régimen político, al igual que en noviembre de 2019. No se puede diferenciar este accionar con las discrepancias públicas que tendrán, eso será mero espectáculo para la galería.

Hacia la revolución democrática.-

Si en cambio, el movimiento de masas logra levantar la consigna “Apruebo, por una constituyente sin Piñera”, y las movilizaciones antes, durante y el día siguiente del plebiscito, se activan por la renuncia, sería un profundo logró del movimiento democrático.

El régimen se estremecería hasta sus cimientos generando los cambios democráticos necesarios para que la clase trabajadora logre imponer sus intereses por sobre la burguesía. Por ello es que el plebiscito sólo tiene que ser un hito tangencial en la lucha por los derechos y reivindicaciones de la clase trabajadora. Debemos arrancarle los derechos usurpados, expulsando a su representante del

gobierno e imponiendo la Asamblea Constituyente, es la única manera de que la nueva constitución logre representar los intereses populares y, especialmente, de la clase trabajadora.

El plebiscito.-

Es por ello, que la posición política de cualquier grupo que pretender ser representativos de la clase trabajadora, que elevan al plebiscito como factor fundamental de la lucha, es ingenuo y muy infantil. Si esto se transforma en el hecho político central de las masas, será una victoria pírrica. Es decir, se ganará, pero el eje político saldrá de las calles y se ubicará donde pretende tenerlo la burguesía, el parlamento. Si algo aprendió la clase trabajadora, es que es la calle, la movilización social y las barricadas el lugar donde puede obtener lo que busca.

Pero será difícil, el ambiente se llenará de estímulos político-sociales por la participación en el plebiscito y acrecentar la confianza en el mecanismo democrático burgués. Sin embargo, para la izquierda revolucionaria es necesario acompañar a las masas en el proceso, organizarlas y marchar junto a ellas, pero está obligada a no ser condescendiente con las lecturas políticas ingenuas, conciliadoras o equivocadas. La educación de las masas es el objetivo que todo militante revolucionario debe llevar a cabo. Al mismo tiempo, de construir el partido revolucionario de masas, dejando de lado el grupo auto legitimado, que aunque tenga la razón, sigue siendo minoría tangencial en las masas.

Es así que el ascenso socio-político que generará el apruebo en el plebiscito, debe ser un gran estímulo para constituir grupos y colectivos que sean la base fundamental de una organización política revolucionaria. Para transformar en conjunto con el pueblo movilizado en victoria de clase , un triunfo electoral. Ya que el apruebo en el plebiscito sería una victoria, pero la más importante es la caída de Piñera como representante del régimen político. Para ello, es necesario, educar, activar y organizar a la clase, donde los organismos electorales del apruebo, se transformen en grupos de clase por la revolución democrática, bajo la consigna “Apruebo y una Constituyente sin Piñera”.

Es necesario retomar la iniciativa, imponiendo en la calle el itinerario político, tanto el apruebo y la caída de Piñera, como la Asamblea Constituyente. Es la única garantía de triunfo. Lo otro es un salto al vacío parlamentario, que nunca ha sido beneficioso para la clase trabajadora.

La lucha es y será de clase contra clase. Y la organización de trabajadores, pobladores y estudiantes debe ser la prioridad. La educación es fundamental en conceptos de clase y colectividad, como solidaridad y fraternidad obrera son los pilares centrales donde se construya un programa de la clase trabajadora.

La agitación por la recuperación de las riquezas nacionales y su estatización son fundamentales y el fortalecimiento del rol del estado en la salud, la educación y la previsión se hace imperioso. Teniendo esto como marco básico, podemos apelar, a constituir un código del trabajo que proteja al trabajador.

Raúl Román 3 de Septiembre de 2020

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